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Cuando paseamos por
los montes concejiles de Cistierna, observamos como año tras año el mallado eléctrico se extiende por todas
partes. No hay lugar al
Oeste, Este y Sur de la villa donde las líneas eléctricas no hagan acto de
presencia, se ha salvado por el momento la cara norte del macizo de Peñacorada.
Entre Cistierna y Sorriba, atraviesa una línea de alta tensión visible desde
muchos kilómetros a la redonda, y sigue en estado "larvario" la de Sama-Velilla que
pasaría entre Sorriba y Vidanes. Algunas de las líneas entran al área urbana, inmediatas a las casas y a
las fincas e incluso sobrevuelan el polideportivo muy próximas a las piscinas
municipales y al camping. Las brechas abiertas en el bosque son tan evidentes
que nos llevan a pensar en las consiguientes afecciones al medio ambiente y al
paisaje boscoso. Son estos unos montes formados por robles maduros y rebollas
que a finales del siglo XIX ya sufrieron gran menoscabo y acabamiento por la
construcción del ferrocarril, de ellos aún se sirve el pueblo en cortas
periódicas administradas por las suertes que reparte el concejo cuando lo ve
pertinente; el desmonte para levantar las torres y los cables ha destruido ya
muchas hectáreas de arbolado. Dentro del pueblo el cableado sobre las fachadas
es tan exagerado y de tan aparatoso feísmo
que nos preguntamos si la empresa instaladora tiene el derecho
incontestable de hacer lo que le viene en gana en propiedades ajenas. Cuando
vemos las escaleras de los operarios apoyadas en las fachadas ya conocemos el
resultado: un gurruño de cables y agujeros que dan al pueblo el aspecto de
ciudad Bosnia recién bombardeada. Sin orden ni concierto los cables cruzan las calles por cualquier lugar, cuando salen las procesiones con el pendón concejil se las ven y las desean
para sortear tanta insidia. En el pago de la Jagariz bajo la Cueva del Elefante
se construyó en los años ochenta una fábrica de luz que hasta el presente se ha
convertido en una fábrica de dinero para los propietarios, pues por el Esla
baja de continuo oro líquido del cual el concejo nunca se benefició, de ella
parten otras tantas líneas eléctricas hacia el Oeste y el Este. Cuando hemos
visto las aceras del pueblo levantadas en tantas ocasiones, pensábamos que el
soterramiento de estas ingentes masas de cable sería la solución adoptada o al
menos reclamada por el Ayuntamiento a las empresas del ramo. ¿Tan difícil es en
Cistierna adoptar medidas basadas en el sentido común?
En Europa, también en otras villas y ciudades de España
el soterramiento es utilizado desde hace tiempo para minimizar al menos los
daños y el feísmo tan visibles en las fachadas y calles de Cistierna. Y para
terminar, la Junta Vecinal debe luchar para que no se instale ni una línea más
en nuestros montes, la presión sobre la masa boscosa del concejo es
inadmisible.
Hasta tres líneas paralelas separadas por apenas cien metros atraviesan el monte comunal por encima de la Campera Mateo. (Foto: Siro Sanz)
Una de las líneas que progresa hacia la Corona, monte que a finales del siglo XIX aportaba al pueblo buenos troncos de roble para las zancas del puente viejo. Las brechas abiertas en el bosque de unos cuarenta metros de anchura han devastado ya muchas hectáreas de arbolado. (Foto: Siro Sanz)
Una de las líneas que entra al núcleo urbano de la villa y se dirige al transformador recientemente restaurado.
Es de agradecer al menos la restauración de este transformador de León Industrial (1911-1948), empresa absorbida por Iberduero en los años cuarenta. Como este edificio existe otro en Cistierna. (Foto: Siro Sanz)
Los camellos suelen frecuentar la trasera del transformador atraídos por la verde hierba y lo tranquilo del lugar. (Foto: Siro Sanz)
Es de agradecer al menos la restauración de este transformador de León Industrial (1911-1948), empresa absorbida por Iberduero en los años cuarenta. Como este edificio existe otro en Cistierna. (Foto: Siro Sanz)
Los camellos suelen frecuentar la trasera del transformador atraídos por la verde hierba y lo tranquilo del lugar. (Foto: Siro Sanz)
Grandioso ejemplo de gurruño eléctrico en una de las fachadas de Cistierna. (Foto: Siro Sanz)