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sábado, 26 de enero de 2013

PUENTES ANTIGUOS DE LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA: EL PUENTE DE MERCADILLO. Siro Sanz García





Este notable puente se ubica en terreno concejil de Sorriba del Esla (municipio de Cistierna), muy próximo a la ermita de la Virgen de la Vega, donde no hace muchos años se halló una lápida vadiniense y también cercano al Molino del Ribero. Presenta cuatro ojos de unos 7 metros de luz, rematados por arcos escarzanos que no llegan a la altura de la imposta, tres pilastras semicirculares aguas arriba y abajo rematadas por un copete cónico. Está construido con piedra calar muy semejante a la que se puede obtener en la cercana Peñacorada. En este lugar se rendía culto a San Bernabé y Santa Catalina. Periódicamente se celebraban mercados junto al puente en la festividad de la santa. La Feria de Santa Catalina se celebró en Mercadillo hasta finales del S. XIX cuando se trasladó a Sorriba y después en 1904 a Cistierna, donde aún se mantiene cada 24 de noviembre.
Es el puente el que indujo a la creación del poblado y de las ferias junto al mismo y no la actividad comercial la que da origen al apelativo del puente, siendo aquí “mercado” un nombre de significado hidronímico. El topónimo es repetido en la geografía española: Mercadillo Sopuerta (Vizcaya). Mercadillo (Ávila). Mercadillo (Salamanca).  Mercadillo (Liérganes). Mercadillos (Albacete). El nombre de "Mercadillo" lo lleva el arroyo que llega al Esla de la parte de Yugueros poco más abajo del puente. Es hidrónimo compuesto: mar-; Marne; -cado, en Or-cadas, Or- se ve por Or-ete. La Feria de Santa Catalina, se origina en un lugar especial, muy antiguo, de paso del río Esla, donde convergía la calzada romana denominada Vía Saliámica o del río que vertebraba el territorio de los Vadinienses, más tarde, camino de Santiago y camino Real que comunicaba las tierras bajas del Esla con la Montaña de Valdeburón, Valle de Sajambre, Valle de Valdeón, Tierra de la Reina y Liébana.
La tradición afirma persistentemente el origen romano de la fábrica, no perdamos de vista los restos de Yugueros ponderados por el P. Eutimio Martino, y la guerra que el emperador Augusto llevó personalmente contra los cántabros que aquí habitaban.  Dos mil años de feroces embestidas del río Esla y la incuria del hombre han obligado a reformarlo y rehacerlo en numerosas ocasiones. Los puentes en origen romano, durante dos mil años se han reparado una y otra vez. Los que lo hacían contaban con el resto de varios arcos o pilastras, siempre tenían presente una parte del modelo que se resistía a desaparecer, sobre todo en economías campesinas de subsistencia y faltas de medios, que no podían permitirse el perder las infraestructuras heredadas. En el S. XVIII el hospital de San Bernabé, situado en la margen derecha del rió y junto al puente poseía además de numerosas tierras forales para sustento de los clérigos y peregrinos a Santiago de Compostela, una tabla del río que aprovechaba para pescar en exclusiva (Catastro .MARQUÉS  DE ENSENADA).
El Becerro de Presentaciones en la Edad Media habla de Mercadillo y de los Cofrades de la Ponte y da como titular de la población a Santa María (J. A. Florez). La documentación Pleno Medieval perteneciente al Monasterio de Gradefes, también menciona este puente, cuando con ocasión de  un entierro principal dice que tienen que asistir “todos los clérigos desde la puente de Mansiella hasta ela de Mercadiello de ambas riberas” (A. CALVO. El Monasterio de Gradefes).
 El Libro de La Montería de Alfonso XIcita indirectamente al puente en el S XIV cuando describe una cacería de osos en el interfluvio Cea-Esla y, nombra la vía que por este puente pasaba  como “Carrera vieja de Mercadiello”. El Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, dice del hospital de San Bernabé situado a pocos metros del puente, que a mitad del S. XIX ya estaba arruinado y que en este antiguo edificio se acogían los peregrinos que iban a Santiago de Galicia.
Don Antonio de Valbuena, ilustre escritor y crítico literario de la martirizada villa de Pedrosa del Rey, en 1893 decía lo siguiente de este notable puente: “El único de piedra que hasta hace pocos años había útil en doce leguas de extensión desde Pedrosa hasta Mansilla de las Mulas”. "..Posiblemente desde la época de los romanos" (D. JULIO de Prado, Alto Esla, 182)
En los años ochenta del siglo que pasó, el puente padeció una de las últimas reparaciones y, un poco más abajo se perpetró el muro del Canal de los Payuelos. 

 Vista de Cistierna desde aledaños del Puente de Mercadillo. Preside el centro de la imagen el imponente Pico Moro y un poco más a la derecha, Pico Cerroso. (Foto Siro Sanz)
 Puente de Mercadillo, Sorriba del Esla- Cistierna. (Foto Siro Sanz)
Santa Catalina S. XV, imagen venerada en el Hospital de San Bernabé inmediato al Puente de Mercadillo, actualmente en la iglesia de San Juan de Sorriba. (Foto Siro Sanz)

miércoles, 23 de enero de 2013

EL FUTBOL Y SUS PIONEROS EN CISTIERNA . Siro Sanz García






 Aunque no frecuento mucho los foros municipales no soy ajeno  al latido y preocupaciones de mi pueblo al que siempre he tratado de conocer, entender y ensalzar en la medida de mis posibilidades, por otra parte tan limitadas y pobres.  Ese latido, se palpa sobre todo en el sentir de los jóvenes y sus aficiones. Muchos de nuestros muchachos-as, no tantos como desearíamos  padres y mayores, frecuentan las magníficas instalaciones del polideportivo, muy mejoradas actualmente en cuanto: vestuario, camping, campo de futbol, frontón, piscinas y  anejos dedicados a cafetería. Es bien sabido que el deporte refuerza los vvlores de solidaridad, responsabilidad, disciplina, compañerismo, además de incrementar los vínculos humanos que facilitan la convivencia entre adolescentes y jóvenes, que de otra manera pueden dirigir sus desbordadas energías al maltrato del mobiliario urbano, al enfoscado de cualquier pared pública o privada con pintadas tan irreverentes como antiestéticas, al consumo de alcohol y drogas muy nocivas en una etapa de la vida en la cual el desarrollo de cuerpo y mente debe ser armónico y ajeno a sustancias  dañinas. El polideportivo, mantenido con tanto esfuerzo desde hace más de 30 años, en ocasiones también es victima de tropelías por parte de unos pocos  desmandados que desconocen el valor de las cosas y el esfuerzo de los distintos Consistorios de la villa por dotar y mantener una  instalación tan necesaria para el desarrollo físico y espiritual de la juventud.
Los políticos, siguiendo el turno riguroso que les envía a la oposición, suelen criticar cualquier tipo de mejora que se hace en el polideportivo y lo hacen con pobres argumentos; impulsados por el deseo de descalificar todo lo que no tiene que ver con el partido al que pertenecen. Deberíamos valorar mucho más todo lo que el pueblo ha conseguido a lo largo de más de 170 años, fruto del trabajo de los consistorios de todos los colores que en la villa han sido desde 1836.
 Las nuevas generaciones ignoran que el agua corriente aún no había llegado a todas las casas de Cistierna en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado; que el alumbrado público era escaso y deficiente; que el saneamiento de las aguas fecales y de uso doméstico era tan defectuoso que el tifus afectaba de forma endémica a la población de Cistierna; que las comunicaciones locales eran malas y pueblos como Ocejo, Quintana,  Fuentes y Yugueros, se comunicaban por caminos sólo aptos para las caballerías; que la atención médica era deficiente y cara para la gente sin recursos. El deporte practicado en aquellos años también reflejaba la estrechura de los tiempos que corrían; pero a pesar de las dificultades, la juventud cisterniega lo ejercitaba con una intensidad, pasión, sacrificio y generosidad hoy desconocidos.
 El deporte se hacía con poquísimos medios y el fútbol era el gran protagonista. En un repaso de aquellos heroicos años no puede faltar el recuerdo a los pioneros del futbol en nuestra villa que entonces como ahora se constituía en  el deporte rey.
Antes de la guerra civil, en 1931, ya existía en Cistierna uno de los equipos fundadores e impulsores  del futbol local. El nombre de aquel equipo era: “Club deportivo Esla”. Jugaban en el mismo, entre otros: Dalmacio Callado, apodado El Lebrel, marido de Sara Sagüillo,  Nisio y otros; de los cuales hasta la memoria se ha perdido.
En los años cuarenta y en el mismo equipo jugaban: Churi, Manginas, Andrés Valbuena, Guti (hermano de Luis Canal), Soto (el ferroviario), Marquines, Muñoz cuñado de don Matías Concellón (regentó la cantina Muñóz junto al paso a nivel), Panta (hijo del farmacéutico donTiburcio Vallinas, abuelo de doña María Consuelo, esposa de Manolo Rodríguez), Pedrera (viajante de comercio), Cubillo, Tinín, Chus Callado y otros más de los que no tenemos noticia. La vida activa del equipo al parecer perduró toda la década de los cuarenta, cesando por completo en los cincuenta.
 En una letrilla que se cantaba por aquellos años se decía: “En el campo el lavadero/ el Cistierna eliminó al Boñar/ en la puerta está Pedrera, defienden Panta, Muñoz, y Cubillo/ vaya paliza que les vamos a dar”.
En los años cincuenta, al Club deportivo Esla, le seguirían otros tres: El Juvenil, El Rayo y un equipo del Barrio el Colegio.
El presidente del Juvenil era Jandri, (el de la estación, también actor de comedias en el cuadro artístico “San Guillermo”), jugaban en dicho equipo entre otros: Julito Rodriguez (hermano de Manolo Rodríguez), Tino Sierra (uno de los mejores en el antiguo arte morisco de la albañilería).
El Rayo también conocido como “El Estudiantes” estaba integrado entre otros por: Donato alias “Cocolin” fallecido recientemente, pequeño de talla pero grande como persona y jugador, Job Ruiz, Carlos González (propietario con su esposa doña Emma  Sanz  Sagüillo del Hostal Moderno, uno de los mejores porteros de  todos los tiempos en Cistierna, jugaría como portero de Cistierna contra la Cultural y el Boñar más de 30 partidos), Fidelito Rodríguez, Vicente Montañés, Emiliano Rodríguez (más tarde, famoso jugador de baloncesto en el Real Madrid), y Luis González (excelente persona, profesor de matemáticas en Alemania y en el instituto Vadinia de Cistierna, hasta su prematuro fallecimiento).
En el  equipo del Barrio el Colegio presidido por Dado (hijo de un guardia civil), jugaban: Paco Roldan, Hito, Nito (hijo de la Verdenosa), Pepe Chato (hijo de una gran mujer, la señora Casilda), Nano (de los mejores panaderos y panaderías de Cistierna, casado con la chica más guapa de Santas Martas), Isidro Vega, Paco Diez Canseco alias “Pico de 0ro”, Luisito Baños, y Larrea, Carlos Rodríguez (hermano de Manolo Rodríguez) entrenaba al equipo del Colegio.

Los tres equipos del pueblo jugaban una liguilla local y otra con Sabero, Olleros, Sahelices.
La rivalidad en Cistierna era sobre todo entre El Rayo y El Barrio el Colegio. Había mucha afición y las broncas eran frecuentes entre los aguerridos seguidores de ambas formaciones. Cuando se jugaba contra otros pueblos como: Guardo, la Velilla o Boñar, las rencillas de los distintos clanes tribales desaparecían y formaban una selección con jugadores de todos los equipos existentes en Cistierna.
Los partidos se celebraban en su mayoría los domingos por la tarde. A las tres y media se rezaba el  rosario que era muy concurrido por los jóvenes de ambos sexos, ¡como para no ir!, buenas se las gastaba  don Fidel Alonso párroco de Cistierna, buen cura de almas a pesar de un exagerado talante autoritario al servicio del nacional catolicismo imperante.  El buen pater, fulminaba a los niños con una sola mirada,  apuraba a los feligreses para acudir a todos los actos religiosos, vigilaba para que se cumpliese rigurosamente el descanso dominical, que las mujeres estuviesen convenientemente veladas, en actitud modesta y separadas de los hombres dentro del templo,  no admitía ni un carraspeo en la iglesia; cuando se ponía a repartir tortas y sopapos entre el güajerio, se quedaba sólo.
 El rosario de las tres y media, ver pasar el correo a las seis menos diez, las sesiones de cine en el Valladares, eran con el futbol y  baile los únicos pasatiempos para la juventud de la villa. Durante el invierno,  los domingos en los cuales se jugaba partido, don Fidel, gran aficionado al futbol, adelantaba el rosario a las tres, incluso abreviaba  las letanías de Nuestra Señora para acudir en persona, así mataba dos pájaros de un tiro: disfrutar del partido y vigilar los escarceos amorosos entre mozos y mozas, que ya se sabe lo que pasa en semejantes aglomeraciones.
El campo del Esla, junto al río homónimo y a las vías del tren La Robla-Bilbao, cuando llovía presentaba un aspecto lastimoso, lleno de charcos y desniveles, las porterías abiertas a los aires Norte y Sur, sin redes, de tal manera que el balón frecuentemente terminaba en el río,  donde presto bajaba la chavalería al rescate con varas de salguera para ayudarse a salvar de las aguas la pelota, que no estaban los tiempos para pérdidas y gastos. El perímetro y líneas del campo eran pintados previamente con cal por Job Ruiz.
El balón, antes de cada partido era enviado a un  zapatero remendón  para ser hinchado y cosido, ya que el latiguillo iba en el interior. Las duchas en toda estación, para el que lo desease, se disfrutaban en el río Esla.  Camisetas, pantalones y botas (el que las tenía) corrían por cuenta de cada jugador. De esta guisa, mal vestidos y peor calzados, se trasladaban a otros pueblos para jugar la liguilla. El viaje se hacía  en la caja del camión de Carlos Cayo, previo pago de tres pesetas por cabeza. En los años 1945-1946, La Cultural y Deportiva Leonesa jugó en varias ocasiones contra una selección formada por jugadores de Cistierna y Boñar. De nuestra villa fueron seleccionados para jugar en Boñar contra la Cultu: Andrés Valbuena, Guti, José Luis Manguinas y de portero Carlos González.
Seguramente nuestros  actuales jugadores del Club Deportivo Esla, también encaran serías dificultades en el desarrollo de su actividad, que intuimos serán en su mayor parte económicas. Que no se arredren ni acobarden, ellos son los sucesores de los primeros pioneros,  sacrificados y llenos de afición, aquellos esforzados jugadores ni por asomo hubiesen soñado con las  instalaciones y medios que ahora disfrutamos. Que la llama del futbol, encendida a principios del S. XX en Cistierna nunca se apague. ÁNIMO Y VIVA EL CLUB DEPORTIVO ESLA.

En el Campo del Esla, el Boñar visita Cistierna en partido amistoso año 1945. De pie por la izquierda: 1-no identificado; 2- Portero, Carlos González años más tarde portero del Cistierna; 3- Nano, carnicero de Boñar; 4- No identificado; 5-Paco Garay, 6- No identificado. Abajo por la izquierda: 1- Navajón (trabajaba en Talcos); 2- Ordas, tío de Doña Victoria Ordás, vecina de Cistierna y viuda de Fidel Rodríguez, R.I.P; 3- Felix Garay; 4-No identificado; tumbado aparece un tal Pilis.

Año 1953 la selección de Cistierna muestra el trofeo conseguido en el partido jugado contra la selección de la Villa del Negrillón. De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, jugadores: 1-Vicente Montañés; 2- no identificado; 3-Carlos González portero; 4- con boina camisa y chaqueta Nisio el entrenador: veterano jugador de la época de Dalmacio Callado; 5- Chus Callado; 6-Job Ruiz. Primera fila de rodillas: 1- Donato, alias Cocolín; 2-Emiliano Rodríguez; 3-Andrés Valbuena; 4- Santiago Villacorta; 5- Alicio el de la Práxedes. Entre el público, la animosa mocedad de Cistierna, siempre con su equipo .

EL CISTIERNA. De arriba abajo, izquierda derecha: 1. Vicente Montañés, 2. Carlos González, 3.Andrés Valbuena, 4.Paco Reyero, 5.Gelito, 6. Santiago Villacorta, 7. Donato (Cocolin), 8. Emiliano Rodríguez, 9. Job Ruiz, 10. Chus Callado, 11. Alicio (Foto: Familia Siro Sanz)

EL RAYO: De arriba abajo-izda derecha;1. Carlos González, 2, Manolo Colmenares, 3. Guti, 4.Luis González, 5. Manolo Cadenas, 6. Vicente Montañés, 7. Emiliano Rodríguez, 8. Carlos Rodríguez, 9 Andrés Valbuena, 10. Job Ruíz, 11. Donato (Cocolin). (Foto: Familia Siro Sanz)

EL CISTIERNA: De arriba abajo-izda derecha; 1, Cocheles Corral, 2. Carlos González, 3. Nano, 4.Vicente Montañés, 5. Manolo Colmenares, 6. Fidelito Rodríguez, 7.Donato (Cocolin), 8. Job Ruiz, 9 Carlos Rodríguez, 10. Andrés Valbuena, 11. Luisito Baños. (Foto: Familia Siro Sanz)

Tarde de Domingo de 1952. Pasa el correo de la cinco mientras se celebra un partido en el campo del Esla. (Foto: Gentileza Luisa Polvorinos)


martes, 22 de enero de 2013

VAE VICTIS. OBRA CIVIL REALIZADA PARA EL CONCEJO DE CISTIERNA POR PRESOS DEL BANDO REPUBLICANO (AÑO 1938) Siro Sanz García



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En la sesión ordinaria del 17 de marzo de 1938 en el Ayuntamiento de Cistierna, presidida por el Alcalde D. Albano Fernández Guerra, con asistencia de tres concejales, se dio cuenta de las gestiones llevadas a cabo por el Alcalde para solicitar del Gobernador Militar de la provincia 25 presos para efectuar los trabajos de saneamiento que se proyectaban en la Villa de Cistierna. Las gestiones habían tenido éxito y el Gobernador Militar concedió 24 presos de los solicitados.
El Ayuntamiento acordó éste mismo día hacer reparaciones en un local alquilado a F. E. T,  para albergar a los citados presos. Se acuerda también que el Ayuntamiento abone diariamente 1,65 pesetas por cada uno de los presos repartidos, según quedaba estipulado por orden superior.
 En la sesión ordinaria del día 24 de marzo de 1938 se acordaba por unanimidad llevar a cabo la canalización del Arroyo de la Mata, que tiene su origen en Peñacorada por debajo de la ermita del Patrón de la Villa, San Guillermo. Las crecidas del arroyo en épocas de llena (otoño y primavera) llegaban hasta el centro del pueblo, depositando ingentes cantidades de barro y rocas.
El arroyo bajaba desde Peñacorada hasta la plaza del Ayuntamiento y de aquí por la calle 2 de Mayo hasta el cruce con el canal del sindicato de Sorriba. En total un trayecto a soterrar y canalizar de un Kilómetro.
Los presos no se limitarían sólo a la canalización de éste arroyo. Existen testimonio de personas ancianas de la villa que aún alcanzan a recordar que también trabajaron en el alcantarillado general de eliminación de excretas y residuos domiciliarios, desde el arroyo de la plaza de España (hoy del Ayuntamiento) por la calle padre Isla, y General Mola hasta desaguar en el Esla, otro kilómetro aproximadamente de canalización.
Parece ser que los presos ya estaban en la Villa desde finales del mes de marzo pues en la sesión ordinaria del día 26 de Mayo se da cuenta a la corporación de las siguientes facturas: Una de la panificadora Montañés por importe de 205 pesetas, importe del pan suministrado a los presos durante el mes de Marzo; otra a un industrial Leonés por importe de 146 pesetas importe de 117 kilos de fideos; otra a Don Crescencio Rodríguez de 305 pesetas importe de 300 kilos de alubias; otra del tesorero de F.E.T y de las J. O.N.S de esta villa de 585, 55 pesetas por el importe de 2 cerdos adquiridos a ésta organización; otra a Don Marcelino Álvarez, de 84 pesetas importe de 44 arrobas de patatas; otra de Don Quiterio Morán, de12 pesetas importe de 11 kilos de pescadilla; otra de Don Esteban Corral, de 81 pesetas importe 29 litros de aceite refinado con el mismo fin de alimentar a los presos; el Moderno, 30 comidas al módico precio de medio real cada una; otra de Don Juan Muñoz, de 84 pesetas importe de 29 kilogramos de carne; otra de Don Ángel Reyero, de 345 pesetas importe de 46 días trabajados en la obra de saneamiento y canalización como encargado de la misma; otra de Doña Rosario Diez, de 129 pesetas importe de 258 litros de leche para alimentación de los presos; otra de Don Félix Montañés, de 434 pesetas importe del pan suministrado durante el mes de Abril para alimentación de los presos; otra del mismo de 471 pesetas importe del pan suministrado a los presos durante el mes de mayo. 
A finales de mayo por un oficio del Batallón de Trabajadores se ordenaba la urgente incorporación al mismo de los 24 presos que se hallaban en la villa de Cistierna, la incorporación se hizo el mismo día en que se recibió el oficio. Para no paralizar las obras que se estaban llevando a cabo, ante la ausencia de los presos, el consistorio de Cistierna decidió contratar obreros a jornal.

CONCLUSIONES.
  • La solicitud de mano de obra formada por cautivos fue ordenada por el Ayuntamiento y su alcade Don Albano Fernández Guerra.
  • El grupo de presos que inició las obras de canalización y saneamiento en Cistierna (tan necesaria debido al tifus endémico que padecía la villa), lo hizo desde finales de Marzo hasta finales de Mayo en que son trasladados.
  • La obra iniciada por ellos se terminó con obreros contratados a Jornal.
  • Por testimonios recogidos entre los más ancianos de la villa entonces niños entre 10 y 15 años, les alcanza la memoria para testificar que el pueblo de Cistierna trató con humanidad y alimentó a los cautivos en la medida de las posibilidades del concejo, a pesar de las circunstancias de guerra. No se nombra en ningún momento la procedencia de los presos.



Datos investigados en los libros de actas del Ayuntamiento de Cistierna año 1938.

 Ayuntamiento de Cistierna .(Foto Siro Sanz)
Calle Padre Isla en su confluencia con la Plaza del Ayuntamiento. (Foto Siro Sanz)
  Calle Doctor Rivas, en el periodo de la guerra civil se llamaba Calle del 2 Mayo. (Foto Siro Sanz)        

lunes, 21 de enero de 2013

MORGOVEJO-MARRAQUECH. JUAN DE PRADO, UN MISTERIO DESVELADO (Artículo publicado en la Revista Comarcal de Riaño) Siro Sanz García


 
La biografía  de Juan de Prado aunque ya ha sido tratada de forma excelente por autores locales como Sánchez Pagín, y Juan Manuel de Prado, creo yo, puede aquilatarse sobre todo en lo relacionado al lugar y circunstancias donde padeció martirio. Del inicio de su vida en Morgovejo y Vegacerneja (Montaña Oriental Leonesa), de sus relaciones familiares con la villa de Pedrosa y con el Valle del Tuejar sabemos muchas cosas, pero apenas nada  del lugar donde murió y sufrió cautiverio. Juan de Prado, es por otra parte, un caso insólito en la historia de la Iglesia Católica de Marruecos.
Es un hecho poco conocido la tolerancia y respeto hacia las minorías religiosas en el reino de Marruecos, donde convivieron y conviven de forma pacífica los fieles de las tres religiones reveladas nacidas del tronco de Abraham. La historia de este país no registra ninguna de esas grandes persecuciones que sufrieron las minorías religiosas en otros lugares del mundo. Pongamos por ejemplo: las persecuciones entre católicos y protestantes durante el siglo XVI y XVII en el norte de Europa, o el acoso y fin del Islam Hispano desde el S XV al S.XVII, y antes de los judíos Sefardíes. Recientemente recordamos el exterminio del Islam Europeo en la guerra Balcánica de 1992.
La historia de Marruecos, sí registra a veces hechos puntuales contra cristianos, como son la muerte de los cinco protomártires Franciscanos en el S. XIII ó el martirio de nuestro paisano de Morgovejo en 1631, pero éstos son acontecimientos que pueden ser explicados a la luz del contexto histórico.
Monseñor Aldegunde Obispo de Tánger escribía en 1968 “El pueblo marroquí sitúa por encima de todos los valores el factor religioso, y ello dentro de unas características que le son propias: reconocer a las comunidades no musulmanas (judía y cristiana) la facultad de atenerse respecto a la vida religiosa, a sus propios estatutos: y es porque el pueblo marroquí quiere y trata de respetar la conciencia de todos aquellos que no profesan su propio credo”
El testimonio de Monseñor Aldegunde viene reafirmado por la propia historia del país. Sabemos de la existencia durante la dinastía Almorávide, Almohade y Meriní, de milicias cristianas hispanas, con sus sacerdotes e Iglesias. La presencia de los Franciscanos y de sus casas en Tánger, Meknes y Marrakech es constante desde el S. XIII hasta nuestros días. La acogida a los Judíos expulsados de España en el S. XV vino a reforzar la Judería de Marruecos presente desde época romana, que se enriqueció con el aporte de sangre Sefardí. Los cautivos cristianos, sobre todo españoles, muy numerosos a partir del S. XVI gozaban, a pesar de su condición, de un estatuto especial que les permitía tener sus Iglesias y sacerdotes. Durante el reinado de Ahmed Almansour, (1578-1603), uno de los más importantes sultanes de la dinastía Saadí, los Franciscanos en Marrakech, celebraban la misa, podían predicar y celebrar los oficios de Semana Santa. Los moros, incluso aportaban ricas telas y alhajas para adornar la cruz. No era extraño en Marrakech, que el Cherife (noble, descendiente del profeta Muhamad) y sus Caides,  contemplasen el paso de la cofradía de la Vera Cruz  con más de 500 penitentes. Además de esta cofradía existían en Marrakech otras cuatro: la de la Misericordia de Cristo, la de Nuestra Señora, del Santísimo Sacramento y la de San Sebastián, que poseían escuelas donde se enseñaba a la doctrina cristiana. Todo esto ocurría en Marrakech, en la época en que la Inquisición española acosaba y perseguía cruelmente a los judíos y moros conversos, conocidos como cristianos nuevos. El 4 de junio de 1672, derrotada hasta el exterminio la dinastía Saadi, entra en Marrakech, el primero de los Alauitas, Moulay Ismail (1673-1727), e inicia la dinastía que actualmente reina en el país. En 1672 sólo quedaban en Marrakech dos Franciscanos españoles, el Padre Alonso de la Concepción y el Padre Luis de San Agustín. Estos dos religiosos solicitan al Sultán Moulay Ismail, la renovación de los permisos para residir y fundar en Marruecos. El nuevo Sultán no sólo les concede el permiso, también les recomienda que funden en Mecknes y en Fés, donde ellos podían asistir a los cautivos cristianos, en su mayoría españoles. El 2 de julio de 1672 los dos frailes llegan a Meknes y compran una casa en el Mellah (barrio judío). Los dos frailes serán reforzados más tarde por los Padres Diego de la Madre de Dios, Fernando de San José y el hermano Gaspar de San Agustín. Entre todos asistirán a una población cautiva de 700 españoles residentes en Meknes. La toma de Larache, en manos españolas desde 1610 y de nuevo en poder del Islam el 11 de noviembre de 1689,  elevará el número de cautivos españoles entre hombres mujeres y niños a unos 3000 repartidos entre Meknes y Fés.
Ante este panorama de tolerancia mantenido durante tantos siglos, alguno se preguntará entonces qué ocurrió con Juan de Prado. La respuesta es difícil pero no imposible. Los acontecimientos en los que se enmarca la gloriosa muerte del Beato, deben incluirse en el marco de la transición dinástica de los Saadis a los Alauitas (dinastía actual reinante), un cambio que se venía gestando desde 1603 y culmina en 1672, año de la toma de Marrakech por Moulay Ismail. Entre 1620 y 1631, año del martirio, se da el mayor grado de descomposición interna de la dinastía Saadi con acontecimientos que influirán en la mala acogida a Juan de Prado en la corte de Marrakech.
A la muerte del Gran Sultán Saadi Ahmed Almansour en 1603, Marruecos entra en un periodo oscuro de anarquía que dura casi medio siglo. Cuatro hijos del difunto se disputan el trono y arruinan el país con sus luchas y exacciones. La venta a España del puerto de Larache en 1610 desacredita aún más a los últimos príncipes Saadies. Los Oualis (Santos o Marabutos, directores espirituales del pueblo) denuncian la inmoralidad del los príncipes de esta declinante dinastía, e incitan a las tribus a la Jihad (guerra santa) para desalojar a los Españoles de los puertos Marroquíes de la Mamora, Larache, Arzila, Tánger, Ceuta y Melilla. Este hijo de San Francisco intenta fundar en Marrakech en el momento más álgido de las luchas que descomponían a la familia Saadi. Las autoridades de la plaza portuguesa de Mazagan  (actualmente El Yadida) no consiguieron disuadirle acerca de la inseguridad del país al que intentaba predicar. Obtiene un salvoconducto del Sultán Abu Marwan Abd al Malik II (1624-1631; con este salvoconducto se dirige a Marraquech, cuando el Sultán es asesinado por su hermano y sucesor Alwalid Ibn Zidan (1631-1636). El 5 de marzo de 1631, el de Morgovejo se acerca a Marrakech. Los cautivos españoles salen a recibirle junto a un río a 2  leguas de la Medina, allí aún se yergue un hermoso puente de la época de los almorávides, único paso entonces sobre el río Tensif. Desde el puente le conducen hasta la medina. Entran por la puerta de Bab-Dukala y se dirigen al Mellah donde se encontraba la Sagena, (Al-Sayine- cárcel),  un espacio destinado a la guarda de los cautivos que por otra parte tenían bastante libertad de movimientos. El salvoconducto no es aceptado por las nuevas autoridades y el Padre Juan de Prado es cautelarmente apresado y conducido a las mazmorras de  la Sagena, que entonces estaba integrada en el gran recinto amurallado del palacio Kasar el Badi, residencia de los Sultanes Saadis, construido a la entrada del barrio judío. En Kasar el Badi actualmente se identifica perfectamente el lugar donde se encontraban las mazmorras donde penaban los cautivos cristianos y el gran patio donde murió el Franciscano. 
La crónica de su muerte habla de un enfrentamiento verbal  entre Juan de Prado, y el Sultán  en el cual intentaría mostrar la primacía del cristianismo y de Jesús sobre el profeta Muhamad y el Islam. Si estas afirmaciones se hicieron en público como así parece, la suerte de éste valiente y un tanto excesivo montañés estaba echada. El proselitismo se castigaba primeramente con un correctivo físico, palos o azotes;  si el reo se mostraba pertinaz, con la muerte. El salvoconducto sólo se entregaba bajo cinco condiciones: ser de la orden franciscana española, que su presencia en Marruecos estuviera autorizada por los Reyes de España, que no practicaran el proselitismo, que se dedicasen a la asistencia de los cautivos cristianos, que su actividad religiosa se limitase al recinto señalado por la autoridad marroquí. Esta circunstancia y otra como la enemiga de algunos miembros de la comunidad judía y de renegados españoles influyeron en el ánimo del sultán, que condenó a muerte a Juan de Prado el día 24 de Mayo de 1631. La animosidad de los judíos contra los Franciscanos no sólo se produjo en Marrakech, lo mismo ocurriría años más tarde en Meknes cuando el sultán les otorgó permiso para fundar en las cercanías del Melah (barrio judío). Juan de Prado dio el testimonio de su fe en público, delante de la corte Marraksi lo que contravenía una de las cinco condiciones, la que acarreaba peores consecuencias, en un momentos de anarquía que afectaba a todo el reino y en especial a la dinastía en el poder, insegura y necesitada del apoyo de las tribus y de sus dirigentes religiosos. Las relaciones con la orden franciscana y con la iglesia católica serían retomadas por los Alauitas con el máximo respeto hasta la actualidad.
Hoy día trabajan en Marruecos 187 sacerdotes y 840 religiosos y religiosas. La labor de la Iglesia está dirigida sobre todo a la asistencia benéfica y la educación. Las familias musulmanas de Fés, Meknes, Rabat, Casablanca, Marrakech han visto siempre con respeto y agrado la labor social de la Iglesia y en la enseñanza de los colegios religiosos católicos un tipo de educación en valores que es despreciada en Europa. La sangre de Juan de Prado vivifica aún a la comunidad de esta antigua ciudad. La presencia franciscana en Marrakech sigue viva y pujante con una hermosa parroquia que acoge a los católicos residentes y visitantes. La historia de la Iglesia en Marruecos nos obliga a concluir lo siguiente: esta Iglesia fue obra exclusiva de los Franciscanos españoles, el dinero, los aportes materiales y de personal vinieron siempre de España y de los Grandes Españoles que apoyaban estas misiones, con el fin de atender espiritualmente a los cautivos. Su continuidad no hubiera sido posible sin la tolerancia y apoyo, sobre todo, de los sultanes Alauitas y en especial del sultán Moulay Ismail, que aunque detestaba a los españoles por ocupar Ceuta y Melilla, Larache, a las que atacó en numerosas ocasiones, favorecía a los franciscanos y como piadoso musulmán permitía a los cautivos cristianos, en su mayoría de nación Española, practicar libremente su religión. La muerte de Juan de Prado, fue un asesinato que sólo puede recaer sobre la casa de Saad.
A la vista de la tolerancia con la que fueron tratados los misioneros cristianos desde finales del XVII hasta hoy día, llama la atención la violencia agresiva de  suizos y franceses, e incluso españoles que llenan sus bancos con los petrodólares de los emiratos del golfo pero  prohíben a los pobres emigrantes magrebíes construir una modesta mezquita. Que tomen ejemplo del respeto con el cual siempre fue tratada la orden de San Francisco en Marruecos. 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA PARA ESTE ARTÍCULO:

YOUNES NÉKROUF., Une Amitié Orageuse. Paris 1991
ABDELHAK TORRES., Historia de las relaciones entre el Islam y el Cristianismo. Conferencia organizada por “Adawa al Islamiya de Xawen en colaboración con el Consejo de Ulemas de la provincia de Tetuán, agosto 2003.
JOSÉ MARÍA CANAL SÁNCHEZ PAGÍN., El Santo Mártir Fray Juan de Prado. Studium Legionense, número 22.
 Área central de Kasar el Badi, al fondo la entrada a la Sagena (cárcel). En este gran patio con estanques administraban justicia los sultanes Saadies y recibían las legaciones extranjeras. (Foto Siro Sanz)
 Recinto amurallado de Kasar el Badi, fuera de la muralla se extiende el Melah o barrio judío de Marrakech.  Aquí tenían su iglesia y residencia los esclavos españoles. (Foto Siro Sanz)
Mezquita mayor de la Kutubia (de los libreros). Testigo del martirio de Juan de Prado en 1631. (Foto Siro Sanz)
 Cámaras de la sagena, lugar donde previsiblemente pasó su cautiverio Juan de Prado. (Foto Siro Sanz)



 Puente sobre el río Tensif. Construido en el tiempo de aquel rayo de la guerra que fue Yusuf ben Tasufin en la época de los almorávides. Este es el lugar en el cual en 1631, los esclavos españoles de Marrakech salieron a recibir a Juan de Prado. (Foto Siro Sanz)



CRONICAS LIBRESCAS PRESENTACIÓN DEL LIBRO “RECUERDOS A ESCENA” DE RICARDO RODRÍGUEZ CALZÓN. SIRO SANZ GARCÍA






Muchos cisterniegos conocen a Richar, autor de este singular libro, al menos los que pasan de cincuenta, un hijo de la villa de Cistierna, que como tantos buscó la forma de ganarse la vida lejos de su pueblo. En Cistierna, inicia sus primeros pasos profesionales, chico para todo en alguno de los comercios de coloniales, después llegará a ser  visitador médico profesión de la cual recientemente se ha jubilado, lo que le ha permitido sentarse tranquilamente a escribir esta obra. El prodigio de su memoria no sólo aporta innumerables datos para la historia de su libro, a un servidor le ha descubierto vivencias y recuerdos de su propia infancia ya muy  remota y olvidada.
Ricardo, durante los días en que preparaba la presentación, repetía una y otra vez que el no era escritor, yo  le argumentaba que en algunos países del área anglosajona con la sola publicación de un libro, ya se tiene la condición de escritor. Sin embargo, no opinan lo mismo los celtíberos, que te consideran un novel aunque publiques cien obras. El libro de  Ricardo está bien escrito, claro y conciso a la hora de rescatar la pequeña historia del teatro en Cistierna. En su obra  se desgranan tal cantidad de recuerdos, que se convierte  en un referente, en cuanto a la cultura de Cistierna en los años centrales del siglo XX. Sólo por revivir las andanzas de “Jandri el de la estación”, merece  la pena leer este libro.
El Grupo teatral fundado por Ricardo y otros jóvenes de Cistierna, nació hace ya más de cincuenta años en los salones de Acción Católica ubicados en la rectoral parroquial de la Calle Francisco Valbuena. Tenemos en cuenta que el cuadro artístico “San Guillermo” no era el primero que se creaba en Cistierna. Algunos documentos del archivo municipal testimonian a finales del siglo XIX el pago o ayudas a grupos que representaban autos sacramentales durante las celebraciones religiosas más importantes en la parroquia de Santa María. A principios del s. XX se siguieron representando algunas escenas sacras durante las procesiones; existe documento fotográfico de una escena en la cual Rosalina García Tejerina recreaba a la Samaritana en el Pozo de Sicar, escena representada bajo el mirador de la casa que albergaba la cantina de Muñoz, inmediata al paso a nivel del ferrocarril de la Robla. Durante la república el teatro no había muerto en Cistierna, lo prueban las fotos del cuadro artístico que Doña Conchita Diez Canseco me proporcionó en cierta ocasión y que supuse eran de un baile de sociedad. Lo cierto es que son fotos realizadas al cuadro artístico delante de la fábrica de ovoides de Don Esteban Corral.  En la fotografía de grupo, aparece una tía de Conchita Diez, Dula la de Telefunquen y, otras personas que no hemos podido identificar. Después de la guerra, se formaría un nuevo cuadro artístico integrado por:  Felix Montañés, Pura Herrero, Pura Muñoz, Foro Concellón, Goyo Rueda y otros de los cuales nada sabemos. Todos ellos hicieron las delicias de los Cistierniegos en muchas veladas teatrales, cuando no existía aún la televisión, cuando la palabra y el gesto humano daban calidez a las relaciones. Calidez y cercanía hoy casi desaparecidas, sustituidas por un individualismo materialista y ramplón que nos encierra en nuestro egoísta pequeño mundo y en nuestras casas. Era aquel un contacto humano que nos libraba de la plaga de enfermedades mentales que hoy afligen y acogotan a gran parte de la tribu cisterniega: depresión, tristeza, soledad. En fin.., otra forma de entender las relaciones humanas. Observo en algunas de las representaciones de los actores que aún recorre los caminos de España y se acercan  de vez en cuando a nuestra villa, el buen recibimiento y la avidez por el disfrute del gesto  y la voz humana; el teatro sigue gustando en Cistierna. Las dificultades del cuadro artístico San Guillermo, las relata Richar con mucha gracia y eran sobre todo: la censura ejercida por los poderes religiosos y laicos sin olvidar las penurias económicas de aquella España de la posguerra.
Y finalizo recordando a los amables lectores del blog, paisanos míos,  que vean menos televisión, aparten los teléfonos móviles y de pascuas a ramos (que es bien poco) lean un libro, la obra de Richar puede ser un buen comienzo. Se vende a un módico precio en la LIBRERÍA RESTI de Cistierna.

Cuadro artístico de Cistierna en vísperas de la guerra incivil. (Documento fotográfico gentileza de Doña Conchita Diez Canseco)

domingo, 20 de enero de 2013

EDAD CONTEMPORÁNEA: LA SOCIEDAD FRANCESA “HOUILLERES D´CISTIERNA ET ARGOVEJO” MINERIA DEL CARBÓN EN LOS CONCEJOS DE CRÉMENES Y CISTIERNA A PRINCIPIOS DEL S XX.



(Artículo publicado en la Revista Comarcal de Riaño Nº 42)  
Siro Sanz García

En mi primera visita al Museo de la Siderurgia de Sabero, pregunté al Señor Director Don Roberto Fernández, por la ausencia de la villa de Cistierna en la hermosa y espectacular maqueta sobre la minería de la comarca que se expone en dicho museo. Se mostró extrañado y al igual que un servidor, desconocedor de las razones de semejante olvido. El “olvido” resulta chocante si tenemos en cuenta que todo el Valle de Sabero desde 1836 hasta 1927 perteneció al ayuntamiento de Cistierna y de la estación cisterniega a partir de 1894 salía toda la producción de mineral carbonífero hacia las Provincias Vascongadas.  La minería del carbón junto al ferrocarril, fueron de vital importancia en la trasformación  radical de la pequeña villa campesina que  dormía la siesta de los siglos en la solana del extremo Oeste del macizo de Peñacorada. El fuerte impulso producido a finales del s. XIX y principios del XX, convirtieron a Cistierna en el núcleo ferroviario, industrial, comercial y minero que perduró hasta la segunda mitad del s. XX. En Cistierna la estratificación social fue siempre menos rígida  y más permeable que la de Sabero y sería el lugar escogido para establecerse debido a sus relativas mejores comunicaciones, por una compañía minera de origen foráneo, en concreto francesa. Se llamaba esta sociedad “HOUILLERES D´CISTIERNA ET ARGOVEJO”; tenía su domicilio legal en la Rue des Ponts Corvines en Lille, región de Picardia, Francia. En 1900,  contaba dicha sociedad con un capital inicial de más de  dos millones y medio de Francos y aparece inscrita en el Registro mercantil de León el 26 de marzo de 1906. Don Paul Verdier, natural de Chateau  de Contailmaison, Picardía, administrador delegado, elegido como tal en el consejo de la sociedad el 6 de septiembre de 1904, da poder al director gerente Don León Pinault, de nacionalidad francesa, residente  en Cistierna, para que compre unas 10 Ha. de terreno en la margen izquierda del Esla, entre el puente del ferrocarril de la Robla y el puente de Hierro ubicado en Redimora. Los terrenos estaban situados en los pagos conocidos como la Caldera (actualmente Campo del Esla, propiedad de Rabanal) y el Convento (ahora gran finca de los herederos de D. Albano). Los terrenos adquiridos  a los labradores cisterniegos, eran los mejores prados y fincas de regadío junto al río Esla; así, poco a poco, sin volver la vista atrás, el pueblo abandonaba su fisonomía agrícola pastoril, por un incierto, aunque “prometedor” futuro industrial y minero. A partir de 1904, después de un proceso de compra bastante problemático por la cantidad de propietarios afectados, se comienza a construir en el pago de la Caldera el edificio de “Los Lavaderos”, una notable construcción, destruida sin ningún miramiento a finales de los años ochenta del pasado siglo, sin que nuestras autoridades, ignorantes del valor de semejantes restos industriales hiciesen nada en su favor. La sociedad francesa también edificará hacia 1905, en la calle Padre Isla de Cistierna, hoy Nº 28, una casa compuesta de: planta baja, único piso con cinco balcones y desván abuhardillado de cinco mansardas hacía el exterior. Aún se conserva en el interior de este interesante edificio, alguna de las extraordinarias y bellas chimeneas en mármol rojo con intradós de cerámica vidriada, decoradas con motivos de candelieri. En la planta baja se instalarían las oficinas, despacho del director, caja fuerte de 6 toneladas; en el primer piso residirá el Director Gerente Don León Pinault y, en ocasiones, el delegado Don Paul Verdier. Hasta hoy día, este edificio es conocido en la villa como:  “CASA DE LOS FRANCESES”. Al contrario de lo ocurrido con Los Lavaderos, aquí, es de agradecer la reciente y respetuosa restauración efectuada por los actuales propietarios, la familia Vázquez-Escudero.
Entre 1903 y 1906 la actividad de la empresa gala, se dirigirá además de la frenética adquisición de terrenos, a la compra de minas y a la construcción de un ferrocarril minero de vía métrica desde Cistierna hasta el Triaje, en terrenos de Santaolaja de la Varga. Al mismo tiempo, desde Trapa en Argovejo,  inician la construcción de un tranvía aéreo de baldes para transportar el mineral hasta la estación de cribado y carga del Triaje. El 28 de agosto de 1904, Don León Pinault, Director Gerente de la Sociedad concluye una importante compra de minas con Don Eusebio Cosío de Riaño y Don Bernardino Tejerina de Argovejo, que vendían las minas Teja 1 y Teja 2; en total 9 minas localizadas en Argovejo, Remolina y Ocejo, un coto minero de 402 ha, por el que la sociedad pagó el precio de 586.000 pesetas. En diciembre del mismo año, la sociedad compra a Don Vicente Miranda Tascón, vecino de Orzonaga, una mina en Argovejo, llamada Guadalupe 1, de 12 pertenencias, por el precio de 12.000 pesetas y los derechos de otra denominada Guadalupe 2, de 40 pertenencias. En Santaolaja los franceses adquieren las minas y tierras situadas en los pagos de Comarco (bajo el Castro), Urquiello (junto al río) y, Arenales (en la margen derecha del río frente al Castillón). Las minas de Santaolaja se denominaban: Mentan, Fidelio, Pedro, Petra 1 y Petra 2; las vendían sus propietarios Don Pedro Díez y Don Esteban Izaguirre. La construcción del ferrocarril minero se inicia en 1904 y es encargada a los contratistas Don Andrés Pontviane y Hermanos de nacionalidad francesa y a Don Juan López. El ferrocarril tenía un recorrido de 6 km.; partía de los lavaderos situados en el pago de la Caldera y discurría por los terrenos del pago del Convento. Después de pasar por el puente denominado “PUENTE DE LOS FRANCESES”, se unía por la izquierda en sentido ascendente dirección Riaño, a la carretera de Sahagún a las Arriondas, transitaba junto a ella entre el Km. 58 y 59. Al llegar a la altura del arroyo de Santa Marina (hoy entrada a la cantera de Don Baldomero Robles), el ferrocarril cruzaba a la parte derecha de la carretera, y por la Vega de San Pedro y Vega del Escobio se adentraba en el Valle del Duerna ó Urquiello, que de esas dos formas se llama el río que viene de Ocejo, hasta llegar a la estación de cribado y carga en el Triaje. Para tamaña empresa, fue necesario perforar tres túneles en roca caliza; de ellos, dos aún subsisten, el otro fue destruido hace unos 10 años cuando se amplió la curva situada enfrente del complejo industrial de Vegamediana. En las peñas que flanquean la hoz del Duerna, por su margen derecha, fue necesario levantar una poderosa plataforma de piedra ganada a la roca para instalar las vías. Actualmente, por esa plataforma discurre la carretera a Ocejo de la Peña. Además del citado Puente de los Franceses en Cistierna, hubo de construirse otro en Santaolaja, conocido como “PUENTE DE LOS OJOS”, un poco más arriba del segundo túnel sobre el Duerna. Ambos puentes son de piedra calar con buenos sillares ligeramente almohadillados; el primer puente no tiene arco, el segundo presenta dos arcos de mediana luz. La construcción del ferrocarril minero fue motivo de enconados litigios entre numerosos vecinos de Santaolaja y los contratistas Pontviane Hermanos y López. Los perjuicios en la ocupación de fincas e incluso la afección a un molino ubicado en el barrio de abajo de dicho pueblo, terminaron por involucrar a la sociedad minera, que también se querelló contra los contratistas. El tranvía aéreo  integraba dos líneas: una principal y otra secundaria. Se comenzó en el año 1906 y fue una formidable obra de ingeniería debido a lo accidentado del terreno. La línea de baldes tenía que trasponer el puerto de Trapa  (Argovejo) 1.650m, un  collado que comunicaba el municipio de Crémenes con el de Cistierna. La misión del tranvía era transportar el carbón producido en  las minas de Argovejo y Remolina hasta el Triaje en Santaolaja,  donde estaban las instalaciones de cribado y carga, para después trasladarlo en el tren minero a los lavaderos de Cistierna. En Trapa llegó a levantarse un auténtico poblado minero con viviendas y una taberna regentada por Don Vicente Tejerina Álvarez natural de Argovejo. En la instalación del tranvía trabajó un montador de nacionalidad francesa, junto al ingeniero español Don Ángel Chueca Sáinz, representante de la sociedad anónima domiciliada en Bilbao “Sociedad Española de Construcciones Metálicas”. El tranvía se armaba con cables metálicos que descansaban sobre caballetes de madera  asegurados en pozos con cimentación a base de un hormigón de cal y canto. Entre el caballete 25 y 26 se construyó la “Estación de Ángulo” para las labores de cambio de dirección. En lo alto del puerto se construyó la “Estación de Trapa” necesaria para el cambio entre la línea principal y secundaria. En Trapa, los baldes trasponían el puerto por una trinchera practicada en la roca, de 34 m. de larga por 6 de ancha y 7 de altura. Misteriosamente este gran corte en roca no viene documentado en las labores de construcción del tranvía aéreo. Hacia el día 4 de noviembre de 1906 estaban instalados 48 caballetes; los cables, cojinetes, poleas, carriles, aparecían dispuestos por el suelo esperando a ser instalados. Esta sociedad minera de capital y dirección francesa, explotó el venero estudiado por el ingeniero Casiano de Prado en el S XIX, una capa de carbón que, desde Aleje, tomaba la dirección N.E, atravesando la collada de Tejedo hacía La Trapa en Argovejo, y después, por Peña Verde pasaba al término de Remolina, donde las capas tomaban la dirección S. hasta llegar cerca del pueblo de Ocejo de la Peña. El esfuerzo de la empresa francesa, no llegó más allá de 1914 cuando abandona el proyecto. El estallido de la Gran Guerra en julio de 1914 parece que algo tuvo que ver con este hecho, pues a partir de esa fecha no hay presencia de franceses en Cistierna. Recordemos que Lille y su región, de donde eran oriundos los franceses que vivían en Cistierna, fue prácticamente arrasada al estar dentro del frente Franco-Alemán hasta 1918.  Las infraestructuras mineras de la sociedad “Houilleres de Cistierna et Argovejo” fueron inmediatamente aprovechadas por propietarios minoristas del carbón locales como: Don Tiburcio Vallinas farmacéutico de Cistierna, Don Esteban Corral y Don Gabriel Rodríguez el carrero. A partir de los años cuarenta hasta los setenta se hizo con las minas, terrenos y lavadero de Cistierna, la sociedad minera “CARBONES DEL ESLA”, propiedad del empresario catalán Don Joaquín Molíns. Durante todos esos años hasta los setenta en que terminó la actividad, el gerente de la empresa Carbones del Esla, fue Don Emilio Brum Boix, esposo de Doña Filo, profesora en el patronato de Cistierna, muy recordada en la villa por su humanidad y excelente pedagogía en la enseñanza de las matemáticas. Desaparecido el ferrocarril minero, la empresa de Don Joaquín Molíns bajaba el carbón hasta Cistierna en camiones, utilizando el mismo recorrido que antes hacía el tren hullero. 
Lo que fuimos,  ¡qué bajo hemos caído!.


AGRADECIMIENTOS a Don Ramón Gutiérrez que me guió en la búsqueda de la documentación  y al personal del Archivo Histórico Provincial de León siempre diligente y atento con el investigador a diferencia de la mala acogida en algún otro archivo capitalino.
Casa de los Franceses en Cistierna. (Foto Siro Sanz)

 El Campo el Esla y los lavaderos de la Sociedad Houilleres d´Cistierna et Argovejo, (Foto Blanco, gentileza de Mari Luz Alonso)


 Puente de los Ojos en Santaolaja de la Varga -Cistierna. (Foto Siro Sanz)

Puente de los Franceses en Redimora -Cistierna. (Foto Siro Sanz)

Trinchera para el paso de la línea de baldes en el puerto de Trapa (Argovejo). (Foto Siro Sanz)

El Puente de Hierro se encuentra inmediato al Puente de los Franceses. Por aquí pasaba el ferrocarril hullero de Hulleras de Sabero. (Foto Siro Sanz)

Instalaciones de la empresa "Carbones del Esla". Un edificio de ladrillo visto que tiene su valor arqueológico industrial. Aquí se guardaban los camiones de la empresa. (Foto: Siro Sanz)

Cochera de la empresa "Carbones del Esla". (Foto: Siro Sanz)

El primer edificio era propiedad del ferrocarril. El segundo es la cochera de Carbones del Esla. El último edificio desapareció a manos de la piqueta pública el año pasado de 2012, aquí radicaba la oficina de la empresa donde actuó como gerente hasta los años setenta don Emilio Brum Boix. (Foto: Siro Sanz)


Nóminas manuscritas pertenecientes al Grupo Trapa de Hulleras del Esla, casi todos los mineros que figuran en ellas procedían de Argovejo. (Foto: Siro Sanz)

Nóminas del Grupo Trapa, Hulleras del Esla. (Foto: Siro Sanz)

Sueldos percibidos por los mineros de Trapa en 1947. (Foto: Siro Sanz)

DE LOS NOMBRES DE CALLES Y CALLEJAS EN LA VILLA DE CISTIERNA Y OTROS HONORES CONCEDIDOS A SUS HIJOS ILUSTRES Y BENEFACTORES. Siro Sanz García



 

Comenzaremos diciendo que es muy complicado emitir un juicio sobre la justificación de los méritos de las personas a la hora de conceder: un premio; medalla honorífica; plaza; calle o placa conmemorativa. Sobre todo, cuando la política partidista anda por medio, la polémica está servida.  Como ejemplo y sin dar nombres, baste recordar algunas de las calles y plazas que se han asignado en los últimos años, a juicio de algunos sin ninguna justificación y en opinión de otros con sobrados  argumentos para ser dedicadas a las personas que en su momento iban en la terna honorífica. La envidia y mala baba, característica de las pequeñas poblaciones celtíberas, suele contaminar estos procesos, torciendo decisiones justas dirigidas al reconocimiento de las personas que trabajaron por sus convecinos en el anonimato más absoluto sin desear ningún honor, al contrario de otros que se pirran por esta clase de oropeles y glorias mundanas. El cambio de los nombres en las calles no deja de tener singular interés para el historiador, pues explica en no pocas ocasiones los cambios sociales y políticos del momento, la necesidad de agradar; propiciar; aplacar y hacer la pelota a los jerifes de turno. El 26 de abril de 1931, por motivos políticos se cambiarían en Cistierna los nombres de algunas calles bajo la presidencia del alcalde provisional republicano, D. José Beitia Bilbao. Así, la calle llamada entonces Calle del Progreso, actualmente Calle Padre Isla, en el tramo que iba desde el comercio de D. Matías Concellón hasta el paso a nivel del ferrocarril, pasaría a llamarse Calle de García Hernández y, el tramo que iba desde la farmacia hasta la plaza del Ayuntamiento, Calle de Gumersindo de Azcárate. La Calle del Colegio, se llamo a partir de 1931 hasta 1936, Calle de Pablo Iglesias (aquel señorito del mismo nombre que otro que por ahí anda hoy redimiendo a las clases oprimidas ¡la cona de su madre!) y en ella se estableció el Sindicato Minero Montañés sección del territorial establecido en Olleros, debido al impulso de, éste sí, gran luchador por la dignidad del obrero en cuenca minera de Sabero y Cistierna, D. Diego Rozas Reyero. La Carretera de Sahagún a las Arriondas, actual Calle Constitución y anteriormente Calle General Franco, se llamó Calle de Fermín Galán, y la Plaza del Ayuntamiento, pasó a nombrarse Plaza de la República. El periodo franquista propició numerosos cambios en el nomenclátor, cambios que todos ustedes recordaran y por tanto excusa reseñarlos. Aquellos cambios estaban dedicados casi todos a generales y espadones del régimen. Actualmente algunas de las adjudicaciones de nombres en ciertas calles rozan el ridículo y es achacable a la pereza intelectual de ciertas corporaciones municipales que un buen día  deciden bajar a la tierra gran parte de los planetas de la Vía Láctea, como si no existiesen tres al cuarto cisterniegos notables, susceptibles de dar nombre a una calle. Si se dan un paseo por las cuestas del pueblo viejo de Cistierna, ladera baja del Murrial, podrán ustedes hacer un viaje por el universo sideral saltando de planeta en planeta sin necesidad de pilotar nave intergaláctica. Otros nombres, pecan por demasiado grandilocuentes, así: “la más grande ocasión que vieron los siglos”, es decir, la Batalla de Lepanto,  designa en Cistierna un callejón que comunica con la nada.
El pueblo soberano suele bautizar con más propiedad y derecho, a veces con mala leche calles, rinconadas y, aún casas, para muestra tenemos: “´la Calle Redomas”; “´la Calle Cantarranas”; “la Callejina”; la “Plazoleta del Caño Marcelo”; “Casa la Botera”; “las Cabezudas”; “las Gorrumbinas”; el Cantil;´la Jabonera”; “los Iguales”; “el Corte Inglés”; “la Casona”; “los Consumos”; “los Montañeses”; “Casa la Tía Castaña”; “Casa de la Chavelona”;  "Barrio Paulino”; “calle Buenos Aires”; “los Pitufos”; la Moraleja (de medio pelo). Nombres castizos que ahí resisten, aunque algún finolis ha intentado descastarlos por demasiado prosaicos. Otros nombres, venerables, han desaparecido para siempre como: la “Talanquera”, que designaba el camino que iba desde el paso a nivel de F.E.V.E hasta el vado del río Esla, junto al Puente Viejo. Quién se acuerda ya del Camino Real, antigua calzada del Esla, que en Mercadillo se bifurcaba en dos ramales por la margen derecha e izquierda del Río Grande ahora amenazado en su tramo de la Cruz del Camino por una carretera que irá al nuevo paso a nivel si Dios no lo remedia.
Después de la guerra civil y sobre todo a partir de 1946, las distintas corporaciones municipales concedieron honores, condecoraciones y dedicaron calles o plazas a personas civiles que ustedes conocen o al menos recuerdan. Aquí hacemos una breve pero intensa relación de los mismos para refrescar la memoria, algunos de ellos aún permanecen: Excmo. Sr. D. Carlos Arias Navarro, Gobernador Civil de León, se le hace hijo adoptivo del Ayuntamiento de Cistierna en 1947; Excmo. Sr. D. Pedro Fernández Valladares, Subsecretario de Gobernación y natural de Vidanes, se le dedica una calle en Cistierna en 1948; Excmo. Sr. D. Inocencio Rodríguez Diéz, obispo de Cuenca, anteriormente presbítero en Cistierna, natural de Santaolaja de la Varga, con fama de santo, se le dedica una calle en en Julio de 1948. En Agosto del mismo año se dedicarán unas cuantas calles a los que fueron alcaldes de Cistierna, entre ellos: D. Máximo Rodríguez Balbuena, D. Valentín Reyero, D. Bernardo Valdés, D. Ezequiel Fernández, D. Cesar Fernández, D. Víctor Rodríguez, D. Crescencio García. Podemos explicar la genealogía y orígenes familiares de muchos de estos alcaldes pero, no habría páginas en el blog para tanto ilustrísimo, en otra ocasión será. Destacamos como muy injusto el olvido a la hora de repartir honores, de los muchos y buenos alcaldes de la Junta Vecinal que el venerable Concejo de Cistierna ha tenido en su historia, como por ejemplo: D. Columbiano Diez Canseco Rozas o D. Adelino Cerezal, este último preside cuando la Junta Castellana quiere acabar con el antiguo concejo leonés.
Después de 1959 se dedicarán calles a las siguientes personas: D. Juan Ferreras, natural de Sorriba, persona destacada en la consecución del Sindicato de Riego y Comunidad de Regantes de Sorriba, Cistierna y Vidanes; D. Manuel Echevarría García,  persona destacada en la vida del municipio desde la república hasta los años setenta; DSimiliano Robles, párroco de Cistierna; D. Ramiro Robles, persona destacada en la vida del municipio; D. Juan Reyero Rodríguez, Concejal del Ayuntamiento e “insigne” miembro de la hidalga familia de los Reyeros; D. Fidel Alonso Andrés, natural de Reyero, en las Montañas del Porma, párroco de Cistierna y Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de León, clérigo de gran formación , acendradas creencias y fuerte personalidad que dejaría recuerdo imperecedero por las collejas y sopapos repartidos entre la levantisca chiquillería de la parroquia; D. Luis Ameijide Aguiar, Gobernador Civil de León; D. Esteban Corral Sánchez (1873-1959), natural de Olleros, alcalde de Cistierna en años previos a la república, gran empresario minero, benefactor de huérfanos y viudas, promotor de un hospital de campaña con 12 camas en la guerra de Marruecos, guerra ya muy olvidada durante la cual los moros nos dieron tan soberanas palizas; D. Francisco Valbuena García, natural de Valderrueda, notable maestro, director de la Graduada de Cistierna de 1924 a 1935, padre de Domitila Valbuena aquella santa y devota esposa de D. Bernardino Sagüillo, el del Moderno, tíos de Lidi y Elena propietarias de la mercería  "La Perla". Como habrán podido observar, nuestras calles también tienen su pequeña historia, la sustitución de un nombre por otro o la adjudicación a una nueva vía, debe mirarse con cuidado y sentido de la equidad hacia aquellos que nos precedieron. En orden a la urbanidad y aseo de aceras calles y viales, ésta debe ser extremada; al fin y al cabo son la cara, la imagen, la primera impresión que damos al visitante. El espectáculo deleznable de jóvenes y adultos rumiando semillas de girasol (sobre todo en la plaza), arrojando las cáscaras por todas partes, convierte en un estercolero los espacios públicos, receptáculo de toda clase de bolsas, plásticos e inmundicias, por no hablar de las aguas menores que algunos mozalbetes y adultos sin ningún pudor, hacen en los bajos del excelentísimo Ayuntamiento que barre y limpia tan poco.
Las “barreduras” del ilustre Consistorio, tampoco llegan a todo el pueblo, por lo que no estaría mal que los vecinos para dar ejemplo, al menos una vez por semana, en hacendera comunal diésemos un repaso con el escobón a la parte de acera y calle que nos corresponde frente a nuestro domicilio, pues el pueblo está hecho un asco. El vecindario tiene que ser extremadamente cuidadoso con los espacios públicos, es decir, no arrojar en calles y plazas la suciedad que no arrojarían en el salón de su casa. Todos juntos podemos hacer mucho en cuanto a la pulcritud de nuestra villa de Cistierna, para que los nombres de los que  presiden las calles y viales sean honrados, además del respetuoso recuerdo, por la pulcritud y aseo urbano, reflejo todo ello de la buena convivencia entre sus vecinos.


Actual Calle Constitución, durante la dictadura se conocía como Calle General Franco, antes Calle de Fermín Galán, en su origen Carretera de Sahagún a las Arriondas. La foto fue tomada desde el Moderno en los años cincuenta. En la foto apaisada: la Casa de los Franceses en la Calle P. Isla, antes de la dictadura franquista se nombraba como Calle de Gumersindo de Azcárate. (Foto: Familia Siro Sanz, gentileza Sr Vaillant)






















Casa de los Franceses, actualmente propiedad de la familia Escudero y Reyero. (Foto: Siro Sanz)

IMAGEN Y RETABLO DE SAN GUILLERMO DE PEÑACORADA. Siro Sanz García


I

IMAGEN:
La imagen de San Guillermo, restaurada el año 2004, puede adscribirse cronológicamente al siglo XVII, se supone continuadora de otras anteriores. Es un notable signo de identidad, que une a los cisterniegos.
La talla es de gran dignidad dentro de su modestia; obra anónima de taller, popular sencilla. Presenta un tratamiento naturalista de los rasgos anatómicos y acertada ejecución técnica. Recoge de forma clara la expresión humana de un hombre de mediana edad y profunda religiosidad, a la vez que desprende una honda devoción y espiritualidad.
San Guillermo aparece rasurado de cara y coronilla, con  tonsura más amplia que la de los sacerdotes. Vestido con la holgada cogulla negra utilizada por la orden de San Benito para celebrar las funciones del coro.  En su mano izquierda sostiene el libro de la regla y en la mano derecha portaría el báculo de abad hoy perdido. Estéticamente  es muy similar a la imagen de San Benito que se encuentra a la entrada del refectorio del monasterio de Las Dueñas (junto a Sahagún), y a otro San Benito que se halla en el monasterio de las benedictinas de Sahagún. También es muy semejante al  San Millán, que se venera en la ermita de Herreros (Palencia).

RETABLO:
En el año 2010, llego a Cistierna por intermediación del jesuita P. Martino, ésta pequeña obra de arte.
El retablo se compone de: predela, dos columnas salomónicas ceñidas por racimos de uvas y pámpanos, éstos ascienden hasta dos primorosos capiteles corintios que sostienen un breve arquitrabe sobre el que va un frontón partido, rematado por tres pináculos: uno en el centro y dos en los laterales. Todos estos elementos enmarcan la  hornacina  coronada por arco  de medio punto y decorada en el interior por casetones. Los laterales, predela y arco van decorados con hojas de roble a medio relieve, todo ello cubierto de pan de oro. Cronológicamente el retablito se puede adscribir a finales del S. XVII, principios del XVIII. De un barroco elegante y contenido sirve de marco a la figura del santo, dignificando con el reverbero del oro el humilde espacio de la gruta.



Imagen y retablo de San Guillermo de Peñacorada en Cistierna. (Foto Siro Sanz)

sábado, 19 de enero de 2013

ORIGEN DE LA FERIA DE SANTA CATALINA EN CISTIERNA. Siro Sanz García.





La feria de Santa Catalina en Cistierna tiene una relación muy especial con el puente en origen romano de Mercadillo. En este lugar se rendía culto a San Bernabé y Santa Catalina. Periódicamente se celebraban mercados junto al puente. El origen de la Feria, se establece por lo tanto en un lugar especial,  muy antiguo, con hospital dedicado a San Bernabé, paso importante del río Esla, donde convergía la calzada romana, más tarde camino de Santiago y camino Real que comunicaba la ribera de Gradefes con la Montaña de Valdeburón, Valle de Sajambre, Valle de Valdeón, Tierra de la Reina y Liébana.
La Feria de Santa Catalina se celebraba anualmente cada 24 de noviembre, en los aledaños del puente de mercadillo. El Diccionario Geográfico de Pascual Madoz (1855) dice respecto a esta feria: "En el pueblo de Sorriba se celebra una feria anual el 24 de noviembre y otra el mismo día en el Puente de Muy (Puente Almuhey) donde se vende ganado de cerda, lino y lana hilada en rama". 
A finales del S. XIX se trasladó a Sorriba del Esla, de aquí a principios del S. XX, vino a Cistierna. En esta feria los montañeses hacían acopio de todas las vituallas necesarias para el duro invierno montañes y las matanzas. Se compraban los gochos “Catalinos” que se matarían al año siguiente y se vendía toda clase de ganado vacuno, cabrío y lanar.
En el archivo del Ayuntamiento, existen documentos que prueban el interés del Concejo y Villa de Cistierna por favorecer esta feria, para la cual en un primer momento se habilitó un espacio en el lugar llamado “Las Cortinas” (actual Cine Mary), ya en los años 30 y 40 del siglo que pasó, se trasladó a la Plaza del Ayuntamiento y calles adyacentes, hoy se celebra en el Recinto Ferial de la Plaza Carlos Álvarez.
Es una feria secular cuyo origen se pierde en una antigüedad remotísima, avalada por las piedras del puente romano de Mercadillo y que la Villa de Cistierna conserva adecuada a los tiempos actuales.

                                                

Puente de Mercadillo, importante paso donde se celebró durante siglos la feria de Santa Catalina antes de trasladarse a Cistierna. (Foto: Siro Sanz)


Imagen de Santa Catalina s. XV, procedente de Mercadillo. La talla despojada de los atributos de la santa:  rueda y la palma del martirio, se conserva en la iglesia de Sorriba del Esla. (Foto: Siro Sanz)


PUENTES ANTIGUOS DE LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA. EL PUENTE VIEJO DE CISTIERNA (Artículo publicado en la Revista Comarcal de Riaño Nº43. a 2013). Siro Sanz García


En Cistierna, el camino de la Talanquera (actual Calle del Camino de Santa Bárbara) conducía al vado del Esla, situado junto al pozo del Tagarro. En este lugar existió un puente del cual resistían a duras penas en pie tres pilastras cuando se iniciaba el s. XX. Muy poco es lo que se sabe de este puente y muchos coinciden en que su origen está envuelto en un halo de misterio. Se mantenía por aquellos años con gran esfuerzo mediante hacenderas comunales a instancias del exhausto concejo de la villa. Su cuidado y mantenimiento fue abandonado a partir de los años veinte del siglo que pasó. Sin embargo, se siguió utilizando el vado junto a las arruinadas pilastras como lugar de paso hasta los años sesenta. Por el vado, durante el estiaje, cruzaban a la margen derecha,  al igual que antes lo hacían por el puente, carros y ganados mayores para acceder al monte concejil de donde se extraía la leña, madera y pasto, a los corrales de  ovejas inmediatos y, medio kilómetro aguas abajo, comunicaba con las tierras de Vegarribero, conocidas como los linares de la villa;  en otro tiempo tierras forales del Marqués de Astorga. No menos importante era la conexión de este puente con el Camino Real que por la margen derecha del Esla se dirigía a Sabero, comunicando con caminos tan importantes como los de la margen izquierda.
Aunque la calzada romana del Esla ascendía por la margen izquierda, al menos así lo atestigua el mapa de Tomás López en el Siglo XVIII, la existencia del puente viejo de Cistierna y el de Mercadillo, además de la tradición y la documentación conservada por los notarios de Riaño sobre mandas y testamentos de labradores cisterniegos, confirman la antigüedad de este otro camino, también llamado Real de Sabero, que por la margen derecha subía desde más abajo de Gradefes.
Junto a ese vado, aún se yerguen majestuosas dos pilastras, con tajamares aquillados por ambos extremos hasta la altura de la imposta, tan carcomidas en su base que a duras penas se mantienen en pie después de resistir los embates del Río Grande durante siglos. Otra pilastra, la más próxima a la margen derecha, aparece derribada con uno de los tajamares bajo las aguas, en su derrota aún muestra la prestancia y gallardía de tiempos mejores. Los naturales, denominan estos notables restos como: “Puente Viejo de Cistierna”.
La única mención literaria a dicho puente es la que hace el historiador R. P. D. Julio de Prado Reyero, en su libro: Un viaje Histórico por el Alto Esla donde dice: “en 1900 el ayuntamiento pide una subvención a la diputación para el puente de 5.000 pesetas por los grandes desperfectos de las últimas avenidas”. Don Antonio de Valbuena en su conferencia sobre el río Esla en 1898 solo cita al puente de Mercadillo situado dos kilómetros aguas abajo del que nos ocupa. El calificativo “viejo” que se aplica a esta obra ya en el siglo XIX, nos obliga a preguntarnos en relación a qué otro puente se le compara. Unos 200 metros. aguas arriba está el puente del ferrocarril construido en 1898, el otro sería el de Mercadillo existente ya en la plena Edad Media. Descontando el puente más moderno del ferrocarril, la comparación sólo puede ir dirigida al de Mercadillo y éste es un puente milenario. Una consideración sugerente, si pensamos en lo complicado y gravoso de llevar a cabo estas infraestructuras, es la de pensar en el por qué de la existencia de dos puentes a tan poca distancia; con uno solo, hubiese sido suficiente para las necesidades de la comarca. Algunos documentos que ahora manejamos pertenecientes al concejo de la villa de Cistierna, demuestran que este era un puente que seguía en activo a finales del S. XIX y principios del XX. En el marzo de 1900 el concejo se dirigía a  la excelentísima Diputación de León, en este tenor: Los que suscriben todos vecinos de esta Villa de Cistierna, municipio de su mismo nombre y con sus respectivas cédulas personales que escribimos ante el Señor Alcalde constitucional, por cuyo conducto recurrimos a Vuestra Excelencia, con el mayor respeto. Exponemos: que en el deshielo, extraordinaria avenida de mediados de Febrero último, el río Esla nos ha llevado cinco octavas partes del puente denominado Puente Viejo de Cistierna, concluido con madera de roble el paso, con cinco secciones de paso, sobre pilares o cepas de piedra de los que faltan ya dos, y arruinados los estribos de uno y otro lado. Este pueblo que hasta la fecha con muy gravosas prestaciones personales había podido sostener dicho puente, aunque de modo muy imperfecto, en adelante ya no puede por si solo y necesariamente se arruina; por que el río le ha dejado aislado del principal monte en pastos y maderas, y de una considerable extensión de tierra de cultivo. Necesitamos también el auxilio de los pueblos y aún de los ayuntamientos confinantes, pues a todos más o menos interesa y sobre todo del que le puede prestar esa alta corporación, siempre atenta al protectorado de la providencia, usando de mayores fondos y personal competente”. (Libro del Concejo de la villa de Cistierna a.1900)
El documento es muy interesante pues nos ayuda sobremanera a reconstruir cómo fue este puente. Perdidos los arcos, de los cuales no se observa ni el arranque, mantenía una estructura reducida únicamente a tres pilastras, entre las cuales se tendían  ripiones y zancas de madera para permitir el paso. El puente en origen si nos ceñimos a este documento parece que tenía cinco pilastras, en 1900 según documento fotográfico resistían tres y un estribo de piedra en la margen izquierda aunque bastante arruinado. Actualmente sólo quedan en pie dos pilastras, otra permanece derribada próxima a la margen derecha, los estribos han desaparecido.  
Las pilastras, presentan al exterior sillería de piedra calar de vetas rosáceas en los tajamares y sillarejo para el resto; el interior, está compuesto por un hormigón hecho a base de cantos rodados del tamaño de un puño y otros más grandes de piedra calar y forma irregular ligados con mortero de cal, dispuesto en tongadas de un metro, más o menos. La cantera de la cual se extrajo la piedra no debe de estar muy lejos del puente. En el pago de Redimora, a un kilómetro aguas arriba, este tipo de piedra rosácea aflora en la base Oeste del Macizo de Peñacorada. La pilastra más cercana a la margen derecha se derrumbó en los años 30; sus sillares labrados fueron saqueados durante los estiajes, dejando a la vista el hormigón gigante del interior, compuesto de cantos rodados trabados con cal y arena; si existieron las otras dos pilastras han desaparecido por completo. Tal desaparición solo puede achacarse a la facilidad durante el estiaje para acceder a ellas, lo que permitía el saqueo de los sillares externos como material de construcción para la corte de ganado de la margen derecha. La distancia entre las pilastras, si extrapolamos la medida que obtenemos entre las dos que se mantienen en pie, es de seis metros y medio. En la parte superior el tablero de la calzada era de unos 4 m. de ancho.  Las hacenderas y la robla consiguiente por cortar la madera y bajarla desde el monte concejil de La Corona, también se mencionan en otros papeles referentes al puente. En el documento se acredita cómo las grandes crecidas del Esla deshacían los precarios reparos de madera que el concejo  periódicamente tenía que reponer con grandes esfuerzos económicos y se constata la importancia e interés por mantenerlo no sólo por beneficiar a Cistierna sino a otros muchos pueblos del contorno.
Doña Conchita Diez Canseco, hija de D. Columbiano Diez Rozas, presidente de la junta vecinal de Cistierna en los primeros años de la República, contaba cómo su padre fue testigo de la gran crecida que lo destruyó en la gran avenida ocurrida a finales de un lluvioso otoño durante el primer lustro del siglo pasado. Don Columbiano, junto a otras personas que  guardaban  ovejas en los corrales situados en la margen derecha del río, observaron que las aguas comenzaban a pasar por encima del puente; solo tuvieron tiempo para cruzarlo a toda carrera. Cuando esto ocurría, las zancas,  ripiones, y demás entablamentos de las pasarelas había que ir a buscarlos y traerlos en carros de vacas desde Villapadierna y Cubillas. En los años veinte el Ferrocarril de la Robla deseaba construir casas baratas para sus trabajadores en la margen derecha del río; para tal fin solicitó los terrenos al municipio; la condición del concejo para acceder a la cesión, fue que reconstruyeran el Puente Viejo de piedra que se encontraba en total ruina porque era de gran conveniencia y utilidad pública; tal acuerdo no se produjo nunca. Actualmente estos notables restos creo no tienen ningún tipo de protección ni figuran en ningún catálogo de puentes. Sería deseable que el Ayuntamiento de Cistierna promoviese o iniciase algún tipo de protección al tiempo en que se desarrolla el proyecto de aguas “Muy poco Bravas” y dedicase alguna partida del mismo para consolidar la ruina de las dos pilastras que se mantienen en pie como testigos del pasado más remoto de la villa. Auguramos en años venideros si Dios no lo remedia el desplome de las dos pilas que aún resisten.















Pilastras del Puente Viejo de Cistierna. con tajamares aquillados aguas arriba y abajo.(Foto: Siro Sanz)

Puente Viejo de Cistierna a principios del s. XX. Esta fotografía es un documento extraordinario que confirma la documentación aportada. Perdidos los arcos, de los cuales no se observa ni el arranque, mantenía una estructura reducida únicamente a tres pilastras, entre las cuales se tendían  ripiones y zancas de madera para permitir el paso a la márgen derecha del Esla. Al fondo se distingue el puente del ferrocarril. (Foto: Guía de turismo de la Diputación de León)
  1. Vista aguas arriba de las pilastras del Puente Viejo. Próxima a la margen derecha aparece una tercera pilastra a merced de las aguas. (Foto Siro Sanz)

Inestimable fotografía de principios del s. XX en la que se aprecia el Camino de la Talanquera (ahora camino de Santa Bárbara); tres pilastras en pie y, en la márgen izquierda uno de los estribos bastante arruinado. Distinguimos la Casona; la casa de Dña María y D. Faustino Rodríguez García; la resinera y la estación. El documento de 1900 afirma que por entonces faltaban dos cepas de piedra (pilastras). Mediante cepas de roble y tablazón se construía el paso; restaurado casi todos los años debido a las crecidas invernales. (Foto: Gentileza Oscar Nieto)