Un tema complejo el de las comunicaciones en la montaña oriental leonesa, pero muy necesario e interesante a la hora de abordar la historia de la comarca desde momentos previos a la romanización hasta principios del siglo XX, cuando se trazaron las modernas carreteras, en muchas ocasiones, sobre antiguos y venerables caminos. Algunos arqueólogos, ciegos como topos, sin pisar el terreno, ni excavar, meten todos estos caminos en el cajón de sastre de lo medieval y de ahí no hay quien les saque.
Las vías romanas con vocación civilizadora se trazaron siguiendo el avance de los ríos, a diferencia de los caminos estratégicos militares por cumbres. Entre los del río y los de altura se construyeron innumerables caminos transversales, éstos, comunicaban los castros y los distintos valles que penetran en la cordillera. Intentaremos explicar cómo entraban hacia la montaña dos de esos caminos a la altura de Cistierna y Sabero. Uno es bastante conocido: la Calzada del Esla o Vía Saliámica, segmento final del itinerario 313 del Ravenate siglo, III, vía descrita por Albornoz; Justiniano Rodríguez; E. Martino y David Martino.
La Vía Saliámica, ascendía por la margen izquierda del Esla, hacia Valdeburón y Tierra de la Reina. En Cistierna, entraba abruptamente en el desfiladero, dirigiéndose al Escobio de Aguilar, situado bajo las Peñas de la Jagariz; así lo muestra el mapa de Tomás López, siglo, XVIII. Por estos caminos entraron a la montaña oriental leonesa: romanos, suevos, visigodos, árabes, y la última invasión, la de Napoleón, tirano de los franceses. También llegó por ellos a los clanes cántabros de la famosa tribu de los Vadinienses: el cristianismo; la Biblia; la cultura del Oriente; el humanismo cristiano y renacentista. Por la margen izquierda del Esla, sobre la Vía Saliámica, baja aún un camino a Santiago que viene de Liébana: la Ruta Vadiniense.
Frente a la Vía Saliámica, por la margen derecha del Esla, otro camino, más desconocido, pero no menos importante, progresaba hacía el Norte; ascendía desde más abajo de Gradefes hacia Valdeburón. Además de la tradición, la existencia del Puente Viejo de Cistierna y el de Mercadillo, muy próximos el uno al otro, atestiguan la antigüedad del mismo. Al igual que la Vía Saliámica, transitaba sobre los que Roma construyó para someter a los cántabros (29-19 a. C.). A su paso por Cistierna, ambos caminos, recibían el nombre de Camino Real. Por Modino se acercaba al Puente de Mercadillo, dirigiéndose a los siguientes pagos pertenecientes a Cistierna: Vegarribero; los Corrales; Puente Viejo; La Jagariz; S. Martín; Vegabarrio. Después de atravesar el moderno complejo minero de Vegamediana, se dirigía a Sabero. Aquí, junto a la ermita de San Blas, arrancaba hacía Valdoré, siempre hacia el Norte, pasando por la Peña los Castros, sobre la Sierra de San Pelayo, denominada en la Alta Edad Media Castro Pelagii. Desde Valdoré, ascendía hasta la Velilla. Continuaba por la hermosa calzada de la Hoz, contemporánea a la carraria antiqua de Aleje y, proseguía hacia la collada de Aviados, buscando el paso hacia el valle de Corniero, al que salía cerca de la ermita de S. Juan. Por encima de Crémenes, atravesaba el corredor de La Trébede y trasponía la Collada de la Trébede hacia el Valle del río Dueñas. Cruzaba dicho río por la Puente del Campo, junto a la ermita de la Virgen del Roblo.
Desde aquí, ascendía a Lois buscando el Valle de San Pelayo, ya en Valdeburón. El diccionario geográfico de Madoz menciona esta dualidad del Camino Real a su paso por Cistierna y Riaño: «En Riaño, el camino que baja de Valdeburón se divide en dos ramales: uno que se dirige hasta la ribera de Gradefes pasando por: Huelde, Verdiago, Cistierna en cuyo término se divide en dos, y otro que se dirige a Pedrosa y pasa por el Puerto del Pando...». La expresión «se divide en dos (Cistierna)», indica la existencia de dos caminos en ambas márgenes del río caudal. En Cistierna el Puente Viejo y el de Mercadillo en Sorriba, permitían el paso y comunicación entre ambas márgenes. En 1892, un río tan caudaloso como el Esla, antes de perpetrarse el muro de Remolina, solo contaba hasta Mansilla con el puente de Mercadillo: «el único de piedra, que hasta hace pocos años había útil en doce leguas, desde Pedrosa hasta Mansilla» según D. Antonio de Valbuena. En Vegamediana (margen derecha del Esla), en el lugar conocido como Escobio Bajero, se halla una gran eminencia rocosa rodeada de foso artificial por el sur; sobre esa roca, se ubicaba uno de los castillos del complejo defensivo de Aguilar. Desde el castillo del Escobio Bajero, se controlaba el paso de personas y mercancías que entraban a la garganta del Esla en dirección a Valdeburón y Tierra de la Reina. Tanto el Escobio de Aguilar como el camino se atestiguan por un documento de la Catedral de León, del año 1143.
Observamos en el mapa de Tomás López, siglo XVIII que la Calzada del Esla, junto a la del Cea eran las únicas vías de penetración a la montaña oriental. Discurría por la margen izquierda del Esla, en Huelde cruzaba a la margen derecha. En Riaño, se bifurcaba hacía Valdeburón y Tierra de la Reina. Otro camino no descrito en el mapa y, también denominado Camino Real ascendía desde más abajo de Gradefes por la margen derecha del Río Grande.
Con la construcción de la variante que circunvala Cistierna por el Oeste, se ocupó el Camino Real desde el puente de Yugueros hasta la altura de Los Conventos y, se dejó una vía de servicio hasta la fábrica de luz situada bajo la Peña el Elefante. A la vía de servicio se entra sin dificultad en coche por la rotonda; sin embargo, los peatones para acceder a esa vía de servició, tienen que caminar por los arcenes de la rotonda o saltar los pretiles de cemento que separan de la variante. El problema se agudiza por ser el Camino Real, parte de la ruta turística al Castillo de Aguilar, haciéndose muy difícil y harto peligroso el inicio de la misma junto a la rotonda por lo anteriormente descrito. La forma en que se perpetró la variante y la rotonda, avisa sobre la ligereza de los estudios previos a estas obras y, sus afecciones, que por ignorancia de los que entienden en ello y la dejación de responsabilidades supervisoras de nuestras autoridades municipales, inciden de forma muy negativa sobre los intereses del concejo, sobre todo, en menoscabo y acabamiento de la historia de los antiguos caminos montañeses.