Comenzaremos diciendo que es muy
complicado emitir un juicio sobre la justificación de los méritos de las
personas a la hora de conceder: un premio; medalla honorífica;
plaza; calle o placa conmemorativa. Sobre todo, cuando la política partidista
anda por medio, la polémica está servida.
Como ejemplo y sin dar nombres, baste recordar algunas de las calles y
plazas que se han asignado en los últimos años, a juicio de algunos sin ninguna
justificación y en opinión de otros con sobrados argumentos para ser dedicadas a las personas
que en su momento iban en la terna honorífica. La envidia y mala baba, característica de las pequeñas poblaciones
celtíberas, suele contaminar estos procesos, torciendo decisiones justas
dirigidas al reconocimiento de las personas que trabajaron por sus convecinos
en el anonimato más absoluto sin desear ningún honor, al contrario de otros
que se pirran por esta clase de oropeles y glorias mundanas. El cambio de los
nombres en las calles no deja de tener singular interés para el historiador,
pues explica en no pocas ocasiones los cambios sociales y políticos del
momento, la necesidad de agradar; propiciar; aplacar y hacer la pelota a los jerifes de turno. El 26 de abril de 1931, por motivos políticos se
cambiarían en Cistierna los nombres de algunas calles bajo la presidencia del
alcalde provisional republicano, D. José
Beitia Bilbao. Así, la calle llamada entonces Calle del Progreso, actualmente Calle Padre Isla, en el tramo que iba desde el comercio de D. Matías Concellón hasta el paso a
nivel del ferrocarril, pasaría a llamarse Calle
de García Hernández y, el tramo que iba desde la farmacia hasta la plaza
del Ayuntamiento, Calle de Gumersindo de
Azcárate. La Calle del Colegio, se
llamo a partir de 1931 hasta 1936, Calle
de Pablo Iglesias (aquel señorito del mismo nombre que otro que por ahí anda hoy redimiendo a las clases oprimidas ¡la cona de su madre!) y en ella se estableció el Sindicato Minero Montañés sección
del territorial establecido en Olleros, debido al impulso de, éste sí, gran luchador por la dignidad del
obrero en cuenca minera de Sabero y Cistierna, D. Diego Rozas Reyero. La Carretera de Sahagún a las Arriondas, actual Calle Constitución y anteriormente Calle General Franco, se llamó Calle de Fermín Galán, y la Plaza del Ayuntamiento, pasó a
nombrarse Plaza de la República. El periodo franquista propició numerosos cambios en el nomenclátor, cambios
que todos ustedes recordaran y por tanto excusa reseñarlos. Aquellos
cambios estaban dedicados casi todos a generales y espadones del régimen.
Actualmente algunas de las adjudicaciones de nombres en ciertas calles rozan el
ridículo y es achacable a la pereza intelectual de ciertas corporaciones
municipales que un buen día deciden
bajar a la tierra gran parte de los planetas de la Vía Láctea, como si no
existiesen tres al cuarto cisterniegos notables, susceptibles de dar nombre a
una calle. Si se dan un paseo por las cuestas del pueblo viejo de Cistierna, ladera baja del Murrial, podrán ustedes hacer un viaje por el universo sideral saltando de planeta en planeta sin
necesidad de pilotar nave intergaláctica. Otros nombres, pecan por demasiado
grandilocuentes, así: “la más grande
ocasión que vieron los siglos”, es decir, la Batalla de Lepanto, designa
en Cistierna un callejón que comunica con la nada.
El pueblo soberano suele
bautizar con más propiedad y derecho, a veces con mala leche calles,
rinconadas y, aún casas, para muestra tenemos: “´la Calle Redomas”; “´la Calle
Cantarranas”; “la Callejina”; la
“Plazoleta del Caño Marcelo”; “Casa la Botera”; “las Cabezudas”; “las
Gorrumbinas”; el Cantil; “´la Jabonera”; “los Iguales”; “el Corte Inglés”; “la Casona”;
“los Consumos”; “los Montañeses”; “Casa la Tía Castaña”; “Casa
de la Chavelona”; "Barrio Paulino”;
“calle Buenos Aires”; “los Pitufos”; la Moraleja (de medio pelo). Nombres castizos que ahí resisten,
aunque algún finolis ha intentado descastarlos por demasiado prosaicos. Otros nombres, venerables, han desaparecido para siempre como: la “Talanquera”,
que designaba el camino que iba desde el paso a nivel de F.E.V.E hasta el vado
del río Esla, junto al Puente Viejo.
Quién se acuerda ya del Camino Real, antigua calzada del Esla, que en Mercadillo se bifurcaba en dos ramales por
la margen derecha e izquierda del Río Grande ahora amenazado en su tramo de la Cruz del Camino por una carretera que irá al nuevo paso a nivel si Dios no lo remedia.
Después de la guerra civil y
sobre todo a partir de 1946, las distintas corporaciones municipales
concedieron honores, condecoraciones y dedicaron calles o plazas a personas
civiles que ustedes conocen o al menos recuerdan. Aquí hacemos una breve pero
intensa relación de los mismos para refrescar la memoria, algunos de ellos aún
permanecen: Excmo. Sr. D. Carlos Arias Navarro, Gobernador Civil
de León, se le hace hijo adoptivo del
Ayuntamiento de Cistierna en 1947; Excmo. Sr.
D. Pedro Fernández Valladares,
Subsecretario de Gobernación y natural de Vidanes, se le dedica una calle en
Cistierna en 1948; Excmo. Sr. D. Inocencio Rodríguez Diéz, obispo de
Cuenca, anteriormente presbítero en Cistierna, natural de Santaolaja de la Varga,
con fama de santo, se le dedica una calle en en Julio de 1948. En
Agosto del mismo año se dedicarán unas cuantas calles a los que fueron alcaldes de Cistierna, entre ellos: D. Máximo
Rodríguez Balbuena, D. Valentín Reyero, D. Bernardo Valdés, D. Ezequiel
Fernández, D. Cesar Fernández, D. Víctor Rodríguez, D. Crescencio García.
Podemos explicar la genealogía y orígenes familiares de muchos de estos
alcaldes pero, no habría páginas en el blog para tanto ilustrísimo, en otra
ocasión será. Destacamos como muy injusto el olvido a la hora de repartir
honores, de los muchos y buenos alcaldes de la Junta Vecinal que el venerable Concejo de Cistierna ha tenido en su historia, como por ejemplo: D. Columbiano Diez Canseco Rozas o D. Adelino Cerezal, este último preside cuando la Junta Castellana quiere acabar con el antiguo concejo leonés.
Después de 1959 se dedicarán
calles a las siguientes personas: D.
Juan Ferreras, natural de Sorriba,
persona destacada en la consecución del Sindicato de Riego y Comunidad de
Regantes de Sorriba, Cistierna y Vidanes; D.
Manuel Echevarría García, persona
destacada en la vida del municipio desde la república hasta los años setenta; D. Similiano
Robles, párroco de Cistierna; D.
Ramiro Robles, persona destacada en
la vida del municipio; D. Juan Reyero Rodríguez, Concejal del Ayuntamiento e “insigne” miembro de la hidalga
familia de los Reyeros; D. Fidel Alonso Andrés, natural de Reyero, en las Montañas del Porma, párroco de Cistierna y Canónigo de la Santa Iglesia
Catedral de León, clérigo de gran formación , acendradas creencias y fuerte personalidad que dejaría recuerdo imperecedero por las collejas y sopapos repartidos entre la levantisca
chiquillería de la parroquia; D. Luis Ameijide Aguiar, Gobernador Civil
de León; D. Esteban Corral Sánchez (1873-1959), natural de Olleros, alcalde de Cistierna en
años previos a la república, gran empresario minero, benefactor de huérfanos y
viudas, promotor de un hospital de campaña con 12 camas en la guerra de Marruecos, guerra ya muy olvidada durante la cual los moros nos dieron tan soberanas palizas; D. Francisco Valbuena García, natural
de Valderrueda, notable maestro, director de la Graduada de Cistierna de 1924
a 1935, padre de Domitila Valbuena aquella santa y devota esposa de D. Bernardino Sagüillo, el del Moderno, tíos de Lidi y
Elena propietarias de la mercería "La Perla". Como habrán podido observar,
nuestras calles también tienen su pequeña historia, la sustitución de un nombre
por otro o la adjudicación a una nueva vía, debe mirarse con cuidado
y sentido de la equidad hacia aquellos que nos precedieron. En orden a la
urbanidad y aseo de aceras calles y viales, ésta debe ser extremada; al fin y
al cabo son la cara, la imagen, la primera impresión que damos al visitante. El espectáculo deleznable de jóvenes y adultos rumiando semillas de
girasol (sobre todo en la plaza), arrojando las cáscaras por todas partes, convierte en un estercolero los espacios
públicos, receptáculo de toda clase de bolsas, plásticos e inmundicias, por no
hablar de las aguas menores que algunos mozalbetes y adultos sin ningún pudor, hacen en
los bajos del excelentísimo Ayuntamiento que barre y limpia tan poco.
Las “barreduras” del ilustre
Consistorio, tampoco llegan a todo el pueblo, por lo que
no estaría mal que los vecinos para dar ejemplo, al menos una vez por semana,
en hacendera comunal diésemos un repaso con el escobón a la parte de acera y
calle que nos corresponde frente a nuestro domicilio, pues el pueblo está hecho un asco. El vecindario tiene que
ser extremadamente cuidadoso con los espacios públicos, es decir, no arrojar en calles y plazas la suciedad que no arrojarían en el salón de su casa. Todos
juntos podemos hacer mucho en cuanto a la pulcritud de nuestra villa de
Cistierna, para que los nombres de los que
presiden las calles y viales sean honrados, además del respetuoso
recuerdo, por la pulcritud y aseo urbano, reflejo todo ello de la buena
convivencia entre sus vecinos.
Actual Calle Constitución, durante la dictadura se conocía como Calle General Franco, antes Calle de Fermín Galán, en su origen Carretera de Sahagún a las Arriondas. La foto fue tomada desde el Moderno en los años cincuenta. En la foto apaisada: la Casa de los Franceses en la Calle P. Isla, antes de la dictadura franquista se nombraba como Calle de Gumersindo de Azcárate. (Foto: Familia Siro Sanz, gentileza Sr Vaillant)
Casa de los Franceses, actualmente propiedad de la familia Escudero y Reyero. (Foto: Siro Sanz)
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