El culto al Augusto
consistía en la consideración del emperador como Divus, dios. Nos cuenta Cayo Suetonio en su obra LOS DOCE CÉSARES acerca de Julio Cesar: “Sucumbió a los
cincuenta y seis años de edad, y fue colocado en el número de los dioses, no
solamente por decreto, sino también por unánime sentir del pueblo…”
La estatua de un Augusto descalzo
simbolizaba el Augusto ya fallecido y divinizado.
El culto al emperador fue extendido por el
funcionariado romano a lo largo de todo el imperio y solo termina cuando el
emperador Constantino I otorga carta de naturaleza al cristianismo. Este culto entra en la Cantabria durante la conquista, como uno más de los cultos campamentales. En la conferencia se
tratará de los lugares donde el romano pudo practicar ese culto y el recuerdo
impreso en los titulares de iglesias y monasterios montañeses, se hará especial incampié en el nombre de alguno de esos titulares como: San Justo, San Julían, Santa Juliana, El Salvador, San Sebastián etc.
Iglesia de San Justo en Modino. (Foto: Siro Sanz)