Pedrosa del Rey, arrasado alevosamente junto a ocho
pueblos del alto Esla, no es más que un recuerdo; pero aún se mantiene enhiesto el hermoso y antiguo puente que
calificaba al pueblo desde la antigüedad.
De entonces
acá, el puente aparece en años de seca, como único testigo y padrón de la
ignominia cometida con la población a finales de los años ochenta en el pasado
siglo.
No era la primera
vez que la heroica villa de Pedrosa pasaba por el trance del exterminio. En 2009, se cumplió el segundo centenario de la quema de Pedrosa y Boca de Huérgano a
manos de los franceses (4 de abril- 1809), que también fusilarían junto al
puente al capellán de la parroquial de San Martín: Don Manuel Rodríguez. La
quema se hizo concienzudamente, casa por casa, con prohibición expresa de sacar
nada de ellas, en castigo a la protección dada a las tropas de Porlier (el
Marquesito) que tenía en Pedrosa su
cuartel general.
El francés fue combatido y expulsado; la memoria de su
ominosa opresión perduró en la tradición montañesa y en muchas anotaciones que los curas dejaron
en los libros parroquiales. Después del incendio, los paisanos regresaron,
techaron de nuevo las paredes de piedra, esqueleto de lo que el pueblo había
sido, y regresó la vida a las calles de
Pedrosa.
La
destrucción del 22 de Julio en el año 1987, se hizo con una saña impropia de
los tiempos y del marco democrático en el cual España se desarrollaba. Pero
hagamos un poco de historia antigua; la reflexión ecuánime de hechos recientes,
sólo viene cuando los hechos se han decantado con el paso del tiempo; sobre el
malhadado pantano de Riaño no se ha
dicho aún la última palabra.
Casi todos
los estudiosos que del tema han entendido coinciden al afirmar que en este paso
de Pedrosa existió desde época romana un puente, por el cual cruzaba la calzada
que venía por el Valle del Cea, y atravesaba el puerto del Pando para bajar a
Tierra de la Reina, donde enlazaba con la
calzada del Esla. Esa romanidad acaso también permanezca en muchas de sus
piedras, reutilizadas desde entonces en las diversas restauraciones que se han
llevado a cabo desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. Así
es, que aparecen enigmáticas marcas en algunos de sus sillares, a saber:
cruces, letras y números romanos. En uno de los sillares se distingue
perfectamente V –I.
La
Legio VI fue una de las que participaron en la guerra
Cántabro-Astur, donde obtuvo el apellido de VICTRIX é HISPANA,
la misma que junto a la V ALAUDAE y la
X GEMINA levantarían campamento en León antes de la
Legio VII .
La VI, X y IX aparecen escritas en un pilar del Puente del Diablo sobre el río
Llobregat en Martorell, puente de la vía que en Tarragona tomaron las legiones
de Augusto para venir a Cantabria. El Padre Martino, localiza una inscripción de la
V en Salio muy cerca de Pedrosa,
legión que a lo que parece, obtuvo el cognomen de INSECUENTIS
(perseguidora), calificativo otorgado por alguna de sus actuaciones en las
guerras cántabras. Ladrillos de la L- V- INSECUENTIS aparecieron en Lancia, León:
La Babilonia y Navatejera. De la IX HISPANA existe testimonio en
Verdiago. Otro argumento que apoya la antigüedad del puente es el lingüístico.
Como una pepita de oro mezclada con los derrubios del río, así se ha conservado
el hidrónimo prerromano TOLLO, elemento estricto de la
construcción interna, aplicado a uno de los arquitos del puente por donde
desaguaban las charcas de la Riana, éste último nombre, un
híbrido hidronímico latino-prerromano, que tiene su equivalente en Riaño.
Posiblemente los que vieron levantar el puente aún no sabían hablar latín y con
esta palabra (tollo) denominaron y sellaron la antigüedad del
emplazamiento. Más al sur, semejante a tollo existe TOLIA
que ha dado Tuejar (Tolia-Ara) nombre de un afluente del Cea.
La mención del puente en el Becerro de
Presentaciones, creo yo, arroja algo de luz en cuanto a la fábrica y antigüedad
de la obra que hemos recibido. El Becerro es un parroquial Leonés, copiado en
la segunda mitad del siglo XV, debido al mal estado del original, que databa
del siglo XIII; en el se hace la siguiente mención “Sant Martino de
Pedrosa de la ponte, de Santa Engracia (monasterio de Riaño), tercia al
Obispo; dos sueldos de procuración”. El documento fija como existente
el puente de Pedrosa en el siglo XIII, y además afirma su importancia en la
medida que el pueblo de Pedrosa era conocido por esta obra, paso obligado de la Cañada Real Leonesa desde la baja Edad Media. El arco apuntado
que ostenta en la parte central pertenece a una de las restauraciones fechada
entre los siglo XIII y XV, siglos en los cuales el gótico estaba en plena
vigencia en España. Estas restauraciones se hicieron aprovechando materiales y
testigos originales de la obra antigua, antes que el puente desapareciera por
completo. Los pueblos de la Montaña Oriental con un sistema económico de
pura subsistencia, no podían prescindir de la infraestructura heredada de Roma.
El puente al día de hoy, consta de tres bóvedas: la central ojival, y las laterales de cañón.
Los
materiales que lo forman: el sillarejo y la mampostería, menos en las bóvedas, la
imposta y pretiles que son de sillería. Aguas arriba, las pilastras presentan
un tajamar de forma triangular y otro de forma semicircular. Aguas abajo, los
tajamares son de planta rectangular y escalonada; ambos rematan en un
sombrerete también piramidal. Ninguno de los tajamares llega a la altura de la
imposta sobre la cual se apoyan los pretiles. La anchura es de unos 4
metros, semejante a la media de muchos de los antiguos caminos conservados
desde Cistierna hasta los Picos de Europa.
En 1845 el
Diccionario de Madoz dice que en Pedrosa existe “ un puente de piedra
calar de 4 ojos”. Don Antonio de Valbuena, en 1893, en su CONFERENCIA
SOBRE EL ORIGEN DEL RÍO ESLA, enmienda la plana a Madoz y dice: “ que no
es de piedra calar sino de piedra de grano; ni de cuatro arcos, sino de siete
entre pequeños y grandes”. En la actualidad solo hemos podido constatar
la existencia de tres arcos grandes, y
otros tres más pequeños. La piedra de grano, en cuanto a color y textura, es
muy parecida a la utilizada en el santuario de la
Virgen de la Velilla y en el ostentoso palacio
de los Marqueses de Prado, hoy convertido en Hospital de Regla (León). Algunos
notables edificios del alto Cea también muestran la misma clase de piedra.
Antonio de
Valbuena, en el marco de la misma conferencia, añade hablando del puente
de Mercadillo (Cistierna): “el único de piedra que hasta hace pocos años
había útil en 12 leguas de extensión, desde Pedrosa hasta Mansilla”. Don
Antonio quizás se dejó llevar por la impresionante obra de uno y otro que los
constituye como dos de los más
importantes en el ámbito montañés sin olvidarnos del puente de Villaescusa en
Morgovejo, que merecería un capítulo aparte. En Cistierna, por esos años,
estaba en servicio otro puente muy singular, y a lo que parece también de gran
antigüedad, conocido por el nombre de “Puente Viejo de Cistierna”.
El puente de Pedrosa
y la iglesia de San Martín, actualmente en Riaño, son las únicas señas de identidad de
los pedrosanos. Este puente, que resistió durante siglos las embestidas del
río, nos tememos que no conseguirá sobrevivir a las mareas del mar muerto que
estacionalmente lo cubre, ni a los ladrones y desaprensivos que roban sus
sillares ó los arrojan a las fangosas aguas como divertimiento veraniego.
Ningún país que se precie destruye sus activos económicos. El puente de
Pedrosa es un bien patrimonial de primer orden y, como tal, un activo económico
susceptible de ser aprovechado y optimizado dentro de un espacio turístico.
Ojalá Patrimonio, el Grupo de Acción Local ó los políticos que entienden en esto y manejan los dineros,
trasladen el puente y lo salven de una destrucción segura.
Es contra
natura que las aguas pasen por encima de los puentes. Súbanlo un poco más
arriba, junto a la ermita de Santo Tirso: el lugar se convertirá en un pequeño
museo al aire libre y devolverá la obra a su prístina naturaleza. El innegable
interés histórico y artístico del puente reclama una intervención urgentísima,
no sea que en el futuro se acuerden de nosotros para maldecir la poca
sensibilidad que tuvimos para conservarlo. No se olviden de la obligación moral
que tienen con las generaciones que nos han de suceder. La responsabilidad en
último término recae sobre aquellos en los que radica el conocimiento del tema
y la potestad para tutelar los bienes patrimoniales.
La
Montaña de Riaño ya perdió bastante patrimonio bajo las negras aguas del
pantano, salvemos éste resto majestuoso del bien hacer de nuestros antepasados.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Diccionario Geográfico-Estadístico de Pascual Madoz,
1845-1850.
Catálogo de Puentes anterior a 1936 de León. José A
Fernández Ordóñez et alii.
La Huella de las
Legiones. Cuaderno 5. Eutimio Martino Redondo-Siro Sanz
Nuestro reconocimiento a D. Aurelio Rodríguez Puerta de Pedrosa del Rey
que colaboró en la ubicación de alguno de los hidrónimos presentados.
Tajamar rectangular con copete escalonado, (aguas abajo). (Foto Siro Sanz)
Imposta sobre la que apoya el pretil y tajamar con copete cónico, (aguas arriba). (Foto Siro Sanz)
Arco apuntado, (aguas abajo). (Foto Siro Sanz)
Tajamar aquillado y escalonado del puente de Pedrosa (Aguas arriba). (Foto Siro Sanz)
Inscripción en números romanos -VI-. (Foto Siro Sanz)