Sobre la antigüedad de Aleje
baste recordar que es el único pueblo de la Cantabria leonesa que ostenta su
nombre en lápida perteneciente a la
tribu vadiniense. En uno de los varios monumentos funerarios encontrados aquí, figura
el término alissiegini en el cual es
fácil separar alissie, hoy Aleje.
El año 874 comienza la
repoblación cristiana de Aleje, cuando Sisnando de Liébana recibe del rey
Alfonso III, la iglesia de Santa Eulalia destruida por los musulmanes hasta sus
cimientos.
La interesante documentación Alto Medieval de Aleje, alude a ciertos
pagos y antropónimos que pueden probar la existencia de la ermita de San Miguel
ya en el siglo X, seguramente era la iglesia de un poblado hoy desaparecido; el topónimo "Villar" y el
hallazgo de tumbas de lajas de piedra en su entorno así lo atestiguan. Se
mencionan también en la documentación caminos muy antiguos, en concreto
romanos, como el camino que sube al Castil de la Mula y El Pando que sale de la Cortina con el
nombre de carraria entroncando en la
vega con otro denominado carraria antiqua
en 953. Las pequeñas dimensiones de la ermita de San Miguel y su planta
rectangular la asemejan a muchas otras de la comarca, erigidas en lugares
eminentes y próximas a las corrientes o confluencias de arroyos; la de S.
Miguel en la margen derecha del arroyo de su mismo nombre que viene del Pando y Castil de la Mula
y cercana a la confluencia de éste con el arroyo que nace de las aguas vertientes originadas entre el circo
montañoso formado por el Pico el Águila, el Roscas, Peña Rionda y Pico Moro.
En la Montaña
Oriental tenemos ejemplos de iglesias muy antiguas, datadas como ya existentes
en tiempos anteriores al siglo VIII: S. Pedro de Orzales en Sajambre; en las
Salas S. Martín de Alión; Santa Maria o Marina en Santaolaja de la Varga; la ya
mencionada Santa Eulalia de Aleje; San Martín de Verdiago; y sospechamos también de
Santa Eulalia de Santaolaja de la Varga; San Jorge junto al castro de la Ercina
y muchas más. Unas y otras encajan y se
explican en el esquema de la conquista romana y la campaña del Monte Vindio,
como recogemos en la serie La Huella de
las legiones, v. 8, pues todas ellas destacan por una constelación de
indicios allí apuntados, aparte de su valor estratégico. En cuanto posiciones destacadas
en la campaña y de acuerdo con el estilo romano, pudo
haber existido allí donde se sitúan las ermitas, algún elemento de culto, e incluso, andando
el tiempo bastaría el recuerdo de un pasado mítico y
misterioso para que se llevase a cabo la
cristianización del lugar. Se dice que San Miguel suele figurar como
patrono en lugares que guardan alguna tradición de guerras muy remotas. Estas
iglesias, muchas de ellas ya en ruinas reclaman nuestra atención, son los
testigos de los cultos antiguos y de la historia religiosa montañesa hasta la
primera mitad del siglo XX. Su cercanía a las cumbres de los montes más señeros
de la comarca las acercaba a la divinidad, pues los dioses antiguos
se manifestaban en las montañas y allí recibían culto hasta que las divinas
palabras de Jesús, vinieron a nosotros a través de la calzada del Esla. Merece la pena acercarse por el antiguo camino hasta la ermita de San
Miguel de Aleje, pasear la vista por la belleza de sus montañas, a poco que
nos esforcemos se escucha en ellas la respiración de Dios.
El pesador de las almas, príncipe de los espíritus celestiales, fortísimo e invicto San Miguel Arcangel, patrón y titular de la ermita de Aleje.
Valle y ermita de San Miguel de Aleje bajo la mole de Pico Moro. (Foto: Siro S)
La ermita de S. Miguel en lugar eminente sobre la confluencia del arroyo que baja del Pando y Castil de la Mula con el arroyo que nace en el circo formado por Pico Moro, Pico Roscas y Pico el Águila. (Foto: E Martino)
Magnífico tramo de calzada entre San Miguel y el Pando, por la quebrada rocosa que baja del Castil de la Mula. (Foto.E. Martino)
En dirección al Pico Roscas y la Peña Rionda, divisamos en el fondo del valle la ermita de S. Miguel. (Foto. Siro)