La Vega de Sorriba, una
de las más feraces del municipio, goza hacia el Norte de un paisaje extraordinario en el que
súbitamente la vista se topa con la
grandiosidad de la Cordillera Cantábrica engastada en el macizo de Peñacorada y
Pico Moro. Un paisaje natural y humanizado en maridaje perfecto desde hace más
de mil años, pero, de un tiempo acá transitando como tantas cosas de nuestra
villa y municipio hacia el acabose. Entre la Virgen de la Vega y Cistierna se resumen dos mil años de nuestro
pasado testimoniados en la lápida cántabra Vadiniense de Bodero del clan de los
Bodivescos hallada en la venerable ermita de la Reina de los Cielos; en el
histórico puente en origen romano de Mercadillo y, en el camino que lo traspone
a Santiago de Compostela, camino que a su vez va sobre la Vía Saliámica o del
río. El paisaje, cuando atesora esos monumentos patrimoniales se convierte en
otro bien a proteger pues además de herencia de nuestros antepasados, es un
recurso turístico que no se debe despreciar. En esta zona ya se han cometido
desafueros difíciles de calificar. Recordamos la construcción del faraónico azud del Canal de los Payuelos, sesenta metros aguas abajo del histórico puente de Mercadillo; la destrucción
perpetrada hace años por pura desidia y
abandono del Molino del Ribero y a mano airada su antiguo azud. Así se las
gastan los nuevos señores feudales. A todo esto se suma ahora la obra que
intenta perpetrar Adif, esa empresa que presuntamente lleva maltratando a los
usuarios (entre los que me encuentro) del tren de Cistierna a León durante más
de 8 años. Cistierna camina en dirección contraria a los tiempos con esta
novedad disparatada. El paisaje ese bien cultural heredado de nuestros mayores
pasa por agresiones inéditas, todos sabemos cuáles y es así porque no tiene
ningún tipo de protección por parte de aquellos que detentan la potestad para
hacerlo. Nuestras autoridades y la sociedad civil del concejo tienen ahora la
responsabilidad de verse concernidos en este grave asunto. El acercamiento
urbano entre Sorriba y Cistierna ya se estaba produciendo hace años; ahora se
corta de golpe con un enorme talud frente a otro talud, el del puente por el
que pasa la variante. El proyecto parece diseñado por un mono loco que pretende
llevar la centenaria procesión de la Virgen de la Vega hasta los aledaños de
Cistierna y desde allí cruzar las vías para bajar de nuevo hasta la ermita.
Esto no es todo, un nuevo tramo de carretera afectará a decenas de propietarios
en buenas fincas de pan llevar. Carretera que se ensanchará acabando con setos
vivos de gran biodiversidad, rematando una zona de paseo y asueto tradicional. Lo
de siempre pisar el acelerador para al final dar el frenazo en el embudo del
puente de Mercadillo. Mientras otros pueblos, ciudades y aldeas miman su
urbanismo, entorno, paisaje, flora, presentación pulida de sus calles y plazas
aquí nos convertimos poco a poco en una de las villas más desastradas y feas
del reino; llena de barreras urbanas: taludes; rotondas sembradas de cardos borriqueros; líneas de alta y media tensión por doquier; gurruños de cables por
las fachadas y un arboricidio difícil de justificar etc, etc …
La Vega de Sorriba del Esla, al fondo Cistierna y Pico Moro, primeras estribaciones de la Cordillera Cantábrica.
Entre la Virgen de la Vega y Cistierna se resumen dos mil años de nuestro
pasado testimoniados en la lápida cántabra Vadiniense de Bodero del clan de los
Bodivescos s. III, hallada en la venerable ermita de la Reina de los Cielos; en el
histórico puente en origen romano de Mercadillo y en el camino que lo traspone
a Santiago de Compostela, camino que a su vez va sobre la Vía Saliámica o del
río. (Foto: Siro Sanz)