Translate

miércoles, 23 de octubre de 2013

ALICIA AND LARRY. TOPÓNIMOS DE SANTA MARINA DE VALDEÓN Y ERIZO EN UN HUERTO DE CISTIERNA. Siro Sanz Garcia



La editorial de la Revista Comarcal, tiene por costumbre reunir a sus escribidores  cada dos o tres meses para la preparación del siguiente número. Es éste un asunto que por costumbre se trata en mesa repleta de buenas viandas y trasegando mejores vinos. Con ese fin el día 28 de septiembre fuimos convocados en el restaurante la “Ardilla Real” de Santa Marina de Valdeón, (donde por cierto se come muy bien); allí nos aguardaban dos singulares personas residentes en Soto de Valdeón.

Larry y Alicia forman una pareja encantadora que además de pertenecer desde su inicio a la editorial de la Revista Comarcal de Riaño, dedican su vida profesional a defender, promocionar, y presentar la majestuosa belleza de los Picos de Europa leoneses a los visitantes que por Panderrueda o Pandetrave  descienden al joyo de Valdeón. La pareja, había preparado para nosotros una salida al monte, a causa de las lluvias otoñales el plan se desbarató; a última hora el paseo a la montaña fue sustituido por un visita guiada al pueblo. Con ellos ascendimos hasta el  eminente lugar donde se ubica la iglesia dedicada a Santa Marina. Allí, Larry nos deleitó con una documentada explicación sobre: el poblamiento medieval del lugar y la relación de Santa Marina con el poderoso monasterio de Sahagún, la composición geológica de los terrenos circundantes, los accesos al valle por Pandetrave y Panderrueda. Apuntaba que la carretera de Pandetrave (seguramente sobre camino antiguo), discurre siempre por la solana mientras que Panderrueda trazado por ingenieros del siglo XX, en invierno es un calvario. Intrigado pregunté a Larry por el nombre de una mole rocosa de amplia plataforma en su cumbre, la cual se yergue frente a la iglesia en dirección Noroeste, a unos 400 metros en línea de aire, separada del pueblo por un valle, a modo de foso natural. El cicerone respondió solícito que a esa peña la nombran los naturales “Peña Castiello”. Uno que tiene bien aprendidas las lecciones de P.Martino, enseguida relacioné la iglesia de sugerente titular con el Castiello, en leonés, sinónimo de castro prerromano. La ubicación de la iglesia en un mogote separado del pueblo por grandes taludes claramente artificiales, otorgan al templo un acusado perfil de fortaleza dispuesta frente al castro. El culto a S. Martín y Santa Marina es relativamente abundante en la montaña. Las iglesias que siguen en pie dedicadas a estos santos y muchas ermitas ya en ruinas, testimonian una advocación que necesita ser explicada e interpretada. Se da por sabido que el culto de S. Martín de Tours está muy extendido por todas partes, un hecho que no admite discusión, y  también se da por sabido que su difusión se debe a  la influencia de los peregrinos franceses a  Compostela, algo que ya no es tan evidente, si acudimos a historia. En la Montaña Oriental se documenta S. Martín  por partida doble con anterioridad a la historia de las peregrinaciones, en la era visigótica, en particular en el Esla, en Verdiago  y Las Salas, al menos deductivamente. Más confusa es la figura de Santa Marina, intensamente legendaria. Pero, al tratar aquí solamente de su culto en la región, detectamos  el  paralelismo que muestra  con  S. Martín. Es absolutamente seguro que Martín proviene del latín y que originariamente significa “perteneciente, relativo a Marte”,  siendo así que Marte es el dios romano de la guerra. Si, por otra parte, observamos que algunas iglesias o ermitas dedicadas a S. Martín coinciden no pocas veces con aquellas  constelaciones de restos e indicios romanos,  que previamente habíamos destacado como “La Huella de las Legiones”, (Martino-Siro. La Huella de las Legiones), podemos pensar que pudo producirse  una  sustitución. En Santa Marina de Valdeón se produce una espectacular teofanía de la plantilla que puede explicar la conquista romana de la montaña. También nos descubrió Larry la existencia de una notable fuente, de la que aún se sirve el pueblo, bautizada con el interesante nombre de: “El Rejo”. Con la ayuda del P. Martino, nos atrevemos a explicar su etimología. Y no es otra que la de un compuesto latino y prerromano de agua. Re (del latino Rius); jo (de los radicales prerromanos el- ol) que dan elio, (jo) adjetivado. En Villapadierna tenemos dos arroyos denominados: Villa-(el) y Mata-(el). En Valdepolo: Laguna Di(el). En Sajambre: Riega la De(jo).  A estas alturas se preguntarán ustedes, qué pinta aquí el erizo del título. Hace unos días, cuando trajinaba sacando patatas con el rentero que me lleva varios huertos, apareció por sorpresa un erizo. A duras penas conseguí detener el enérgico golpe de fesoria que el airado rentero se disponía a descargar sobre el indefenso animalito. Después, expliqué sin mucha ciencia al paisano,  que un erizo no es una alimaña a exterminar y, lo beneficioso que puede ser para los sembrados la existencia de semejantes criaturas. Durante la comida en la Ardilla Real, Alicia, excelente conocedora y estudiosa de la fauna local, con sección fija sobre el tema en la Revista, me aconsejó sobre la conservación del animal en el huerto y los suplementos alimenticios que podía proporcionarle. Añadió Alicia que con el bicho deambulando por el huerto disponía del mejor aliado contra las plagas de: babosas, caracoles y escarabajos, que periódicamente diezman mis hortalizas a semejanza de aquellos políticos que se ceban en nuestras haciendas y presupuestos socio-culturales. 
Frente al vetusto hórreo: Ramón Gutierrez (historiador) y Aurelio Rodríguez (poeta), recios pegollos sobre los que se sustenta la Revista Comarcal de Riaño.  (Foto: Siro Sanz

 Los miembros de la Revista de Riaño guiados por Alicia y Larry se dirigen a la Iglesia de Santa Marina, ubicada en el lugar más eminente del pueblo. Entrados todos en el templo, siguiendo el mandato de Nuestro Señor que dice: "oportet semper orare, et numquam deficere": conviene siempre orar y no desistir, dirigidos por D. Miguel Valladares, se rezo con devoción un sentido responso por la comarca. (Foto: Siro Sanz)

  Frente a la iglesia cuyo titular es Santa Marina, se ubica la Peña el Castiello, separados por el foso natural de un valle. (Foto: Siro Sanz)

 Taludes artificiales aíslan el emplazamiento de la iglesia del resto del pueblo. (Foto: Siro Sanz)
En Santa Marina se conservan espléndidos ejemplares de hórreo leonés. (Foto: Siro Sanz)

 Un erizo cisterniego, metáfora de algunos ejemplares humanos. (Foto: Siro Sanz)

El erizo posando sobre una mesa para el autor. (Foto: Siro Sanz)

UNA NUEVA LÁPIDA VADINIENSE EN PEÑACORADA Eutimio Martino-Siro Sanz

Artículo publicado en la Revista Comarcal de Riaño N 34. Junio 2010

El macizo de Peñacorada va adquiriendo poco a poco la categoría de núcleo Vadiniense de cierta importancia. En le municipio de Cistierna: contamos con cuatro hallazgos Valmartino (Museo de León), Sorriba (Museo de León), Santaolaja de La Varga (Museo Diocesano de Arte Sacro, León), Fuentes de Peñacorada (Museo Diocesano de Arte Sacro. León). Municipio de Sabero una lápida (Tabularium Artis Asturiensis. Oviedo). Municipio de Prado de la Guzpeña: dos hallazgos (una lapida en el Museo de León),  y otra que apareció hace 5 años en La Llama de La Guzpeña trasladada por Patrimonio a León. En el municipio de Valderrueda: contamos con una lápida aparecida en Puente Almuhey hace unos años y ahora en paradero desconocido. En total un conjunto formado por 8 lápidas muy interesantes, al que debemos añadir el último hallazgo, con ésta, ya son 9 lápidas las encontradas en el entorno del macizo de Peñacorada.
La lápida que ahora nos ocupa había sido dada a conocer por Martino-Siro, en el año 2003, cuando fue publicada en La Huella de Las Legiones, Cuaderno de Campo Nº 1”. El hallazgo pasó desapercibido, como tantas cosas de nuestra montaña, hasta que el Diario de León, se acordaba de ella en un extenso artículo de Don Emilio Gancedo, un periodista más preocupado y sensibilizado por nuestro patrimonio que algunos alcaldes de la comarca y aquellos que tienen la potestad sobre dicho patrimonio.
 Martino-Siro, la habían localizado en  Robledo de la Guzpeña,  ladera sur de Peñacorada en el año 2000, aunque era conocida por todos los habitantes de Robledo. Antes en 1996 el P. Martino, había notificado a David Martino y Julio Mangas, la existencia en el mismo lugar del notable monumento funerario dedicado a DOVIDERO HIJO DE AMPARAMO PRÍNCIPE DE LOS CANTABROS, lapida que algunos siguen pertinaces en afirmar que procede de Valmartino. El espacio distante, entre las lápidas halladas en  Robledo apenas es de 8 metros.
Descripción de la lápida: Cronología aproximada S. I al II, se trata de una piedra caliza bastante bien trabajada en los laterales, aunque previsiblemente esta labra es debida a la función que tenía la piedra hasta hoy día que es la de servir como escalón en un notable edificio. La piedra aparece cortada verticalmente por un extremo. Sólo se distingue el interlineado, un grabado puntiforme en la parte superior, el nombre de la persona a la que se dedicó ó el dedicante mismo: VALA (eso) / ANN(orum), los años del difunto.
El antropónimo VALAESO, no es desconocido en la comarca. En dos lapidas de Aleje aparece escrito el mismo nombre con “B”: (BALAESO FRONTONI), (PENTI(o) BALAESI). La vacilación a la hora de usar B por V ó viceversa, no es sólo de nuestro tiempo.
Alfred Holder, en su diccionario céltico cuando habla del Balaeso de Aleje, cita un VALAISIS ibérico, muy afín al BALAESO vadiniense, quizás estamos ante la pervivencia de una aportación ibérica mantenida entre los cántabros.

Estas dos lápidas: la de Valaeso y la de Dovidero, otorgan al núcleo de Robledo de la Guzpeña una gran importancia, sobre todo, por la existencia de un PRINCEPS, hombre principal entre los cántabros de Peñacorada, una zona estratégica entre el Esla-Cea, con  cierto grado de autonomía civil, dentro de la estrategia militar romana que utilizaba las élites indígenas para mantener la paz con los aguerridos montañeses. 

Lapida de Dovidero hijo de Amparamo príncipe de los cántabros. Robledo de la Guzpeña. (Foto Siro Sanz)

Monumento funerario de Valaeso. Robledo de la Guzpeña. (Foto: Siro Sanz)

EL CASTRO DE CEBANICO. APROXIMACIÓN A LA TOPONIMIA CONSERVADA EN SU ENTORNO

Siro Sanz García

El castro de Cebanico se ubica entre la confluencia formada por el Arroyo de Peñacorada o Río de la Llama y el Río Cea. Ocupa la parte más escarpada de una pequeña mota en el extremo Sur  del monte que se extiende desde Cebanico hasta las inmediaciones de la Llama de la Guzpeña. Al norte del castro, en la parte por la cual se une dicha mota con el  monte, se observa una gran cava o foso que los naturales denominan: Valleja los Griegos.
Griegos, es un topónimo recurrente en muchos otros lugares, deriva etimológicamente de briga, “fortaleza” en idioma céltico. Este nombre nos sale al paso muy a menudo y siempre relacionado con castros y obras de minería romana, por ejemplo: en Portica de Griegos (Santa Olaja de la Varga); El Molino de la Griega (Villarroquel); Camino Griego ó Briego (desde Otero de Guardo hasta Campo el Monte) y muchos más. El castro de Cebanico es uno más entre los castros situados en el entorno de Peñacorada. Faltos todos ellos una excavación arqueológica que aportaría datos precisos  para el conocimiento del poblamiento prerromano y conquista romana de la comarca, incluida dentro del área ocupada por la tribu cántabra de los vadinienses. La pertenencia al área vadiniense se confirma últimamente por el hallazgo de una lápida perteneciente a este pueblo entre Cebanico, y la Llama de la Guzpeña. En cuanto al origen del nombre CEBANICO podemos adelantar que es un compuesto prerromano formado por los radicales Cea-Pan, y el sufijo también prerromano Ico.  Pan, da Panes en la Liébana y otros muchos (MARTINO-SIRO., La Huella de las Legiones).Como dato interesante podemos añadir que la ermita de Santa Catalina, situada en la margen izquierda del Cea, en 1638 estaba administrada por el cura de Cebanico y era muy rica con un alcance de 39379 maravedís. Tenía anejo un hospital en el que había un hospitalero para recibir y dar  albergue a los “pobres pasajeros”que aquí llegaban 

 El Castro de Cebanico, sobre el Cea. Obsérvese a la derecha, bajo el peralte del talud, la entalladura de un foso (Valleja de los Griegos), interpuesto  entre el castro y el monte. (Foto: Siro Sanz)

Valleja de los Griegos. La gran cava que sirve de foso al norte del castro. (Foto: Siro Sanz)

Desde Cebanico vista de Peñacorada, mojón Suroeste de Cantabria. (Foto: Siro Sanz)

RIAÑO IMPORTANTE HITO EN LA RUTA VADINIENSE. LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA. Siro Sanz Garcia

PANEL DE LA RUTA VADINIENSE EN RIAÑO.  

Uno de los tramos más espectaculares de la Ruta Vadiniense Camino de Santiago discurre de Norte a Sur por la Montaña de Riaño,  comarca perteneciente a la Cantabria Histórica, integrada toda ella en la cordillera y comprendida en zonas diferenciadas, tanto por sus ríos (Porma, Esla, Sella, Cares, Cea…), que forman los valles correspondientes, como por sus concejos históricos. Dos realidades, la geográfica e histórica vertebran el territorio y la vida de los montañeses hasta los tiempos actuales. Riaño y su entorno entran en la historia en el año 29 a C. cuando el emperador Augusto inicia la guerra montañera contra las irreductibles tribus cántabras. La única batalla campal se lucho en Bergida (Valverga-Valdeburón), a las espaldas de Riaño, para luego llegar al punto de ser exterminados en el Monte Vindio, (macizo occidental o de Peña Santa en Picos de Europa). La tribu vadiniense, resto de ese poderoso pueblo, abandonará los altos castros y coronas, para habitar por  mandato romano el fondo de los valles a un lado y otro de la cordillera. Este pueblo nos dejará el importante testimonio epigráfico de sus monumentos funerarios que singularizan nuestra montaña con los nombres prerromanos de los clanes y guerreros. Un pueblo romanizado que escribe y lee (la lengua latina),  sin embargo, aún en el siglo IV fiel a sus raíces indígenas. Riaño es junto con Crémenes y el Macizo de Peñacorada,  uno de los núcleos donde más abundantes han sido los hallazgos pertenecientes a los vadinienses. Contemporánea de la conquista romana es la calzada del Esla, testimoniada en el año 973, como vía Saliámica o del río. Desde Lancia progresaba hacia el norte por el valle del Esla, entrando  por Cistierna a la Garganta del Esla. Aquí en Riaño, el camino se bifurcaba hacia Liébana por tierra de la Reina (Remoña y San Glorio) y hacia Asturias por Sajambre (calzada del Dobra, hoy con el nombre de quien la reparó en el siglo XVII) y por Valdeburón (Pontón,Ventaniella y Tarna). Vía de conquista y civilizadora, por ella penetró en la montaña la cultura grecolatina hija del Oriente, cultivada en las preceptorías montañesas hasta el siglo XX. Por el mismo camino, nos llegaron también las divinas palabras del Galileo, que expulsarían  los viejos dioses habitantes de  los bosques, las aguas y  las altas cimas de las montañas. Peregrino que caminas a Santiago de Galicia, las montañas que ahora contemplas fueron refugio de la cristiandad oprimida durante  los siglos VIII al X, solar donde con el tiempo se forjo el inicio y origen de la Nación Española. Más tarde, nuestra tierra enfrentada a Castilla, defenderá fielmente generación tras generación su pertenencia a la diócesis y Reino de León. En la Edad Moderna la lucha siguió en estas montañas contra los señores de la tierra: los Tovar, Aliste, Valverde y Prado. Con diferente suerte nuestros antepasados y sus representantes concejiles  preservaron hasta hoy el legado ancestral de las tierras comunales. Mientras las aguas de los ríos sigan corriendo, nuestros antiguos concejos continuarán defendiéndose de las asechanzas actuales contra su patrimonio y tradiciones. ¡Ojalá sigamos bebiendo el vino en la plateada copa concejil y el pendón continúe ondeando en las grandes romerías¡
El viejo Riaño, centro neurálgico de la comarca y otros 7 pueblosperecieron después de una dolorosa agonía en el año 1987. Aniquilados fieramente por la mano del hombre y por espurios intereses materiales, arrasados y sepultados bajo las oscuras aguas de la Presa de Remolina. El nuevo Riaño se alza como recuerdo de la barbarie contemporánea en el “Alto de Valcayo”. Los mejores de entre sus hijos siguen luchando contra las aguas por un futuro mejor, casi siempre incierto y esquivo.  Aquí, se han reconstruido piedra a piedra, las venerables Iglesias de San Martín de Pedrosa del Rey, y San Pedro de la Puerta, testigos de la locura destructora que no respeto ni a los muertos ni a la misma parroquial de la villa, la iglesia de Santa Águeda.  Riaño respeta y mira a su pasado como única, fecunda, y gloriosa fuente donde obtiene la fuerza para seguir luchando por un futuro mejor. El museo etnográfico de la villa es un buen exponente del trabajo desinteresado y amor de señalados hijos de este pueblo por un pasado que sigue vivo y actuante, un museo que se ha constituido como auténtico reservorio de la identidad montañesa. El viajero que lo visite no dejará de conmoverse pues está delante del retrato y la vida de nuestros antepasados montañeses.
Peregrino, ¡que la vista de los silenciosos bosques te reconforten en el arduo camino y cuando pises las antiguas piedras de la Vía Saliámica, recuerda que estás atravesando las montañas donde un día habitaron los dioses de Vadinia¡

Riaño¨: ¡Ultreia Suseia¡- ¡sigue adelante¡
Peregrino: ¡buen camino¡
 Panel informativo de la Ruta Vadiniense ubicado junto a la oficina de turismo de Riaño

 Iglesia de San Pedro. Fue trasladada desde La Puerta al nuevo Riaño. (Foto: Siro Sanz)

 Dragones enfrentados en las pinturas murales de la bóveda de la Iglesia de San Pedro de La Puerta. Heráldica de la casa de Alba y Liste señores de Riaño. (Foto: Siro Sanz)

La tumba del viejo Riaño. Al fondo el Valle de Anciles y Tendeña. (Foto Siro Sanz)