En
Cistierna, el camino de la Talanquera (actual Calle del Camino de Santa Bárbara) conducía
al vado del Esla, situado junto al pozo del Tagarro. En este lugar existió un
puente del cual resistían a duras penas en pie tres pilastras cuando se iniciaba el s. XX. Muy poco
es lo que se sabe de este puente y muchos coinciden en que su origen está envuelto en un
halo de misterio. Se mantenía por aquellos años con gran esfuerzo mediante
hacenderas comunales a instancias del exhausto concejo de la villa. Su cuidado
y mantenimiento fue abandonado a partir de los años veinte del siglo que pasó.
Sin embargo, se siguió utilizando el vado junto a las arruinadas pilastras
como lugar de paso hasta los años sesenta. Por el vado, durante el estiaje, cruzaban a la margen
derecha, al igual que antes lo hacían por el puente,
carros y ganados mayores para acceder al monte concejil de donde se extraía la
leña, madera y pasto, a los corrales de
ovejas inmediatos y, medio kilómetro aguas abajo, comunicaba con las
tierras de Vegarribero, conocidas como los linares de la villa; en otro tiempo tierras forales del Marqués de
Astorga. No menos importante era la conexión de este puente con el Camino Real
que por la margen derecha del Esla se dirigía a Sabero, comunicando con caminos tan importantes como los de la margen izquierda.
Aunque
la calzada romana del Esla ascendía por la margen izquierda, al menos así lo
atestigua el mapa de Tomás López en el Siglo XVIII, la existencia del puente
viejo de Cistierna y el de Mercadillo, además de la tradición y la
documentación conservada por los notarios
de Riaño sobre mandas y testamentos de labradores cisterniegos, confirman la antigüedad de este otro
camino, también llamado Real de Sabero, que por la margen derecha subía desde
más abajo de Gradefes.
Junto a ese vado, aún se yerguen majestuosas dos pilastras, con tajamares aquillados por
ambos extremos hasta la altura de la imposta, tan carcomidas en su base que a
duras penas se mantienen en pie después de resistir los embates del Río Grande
durante siglos. Otra pilastra, la más próxima a la margen derecha, aparece
derribada con uno de los tajamares bajo las aguas, en su derrota aún
muestra la prestancia y gallardía de tiempos mejores. Los naturales, denominan estos notables restos como: “Puente Viejo de Cistierna”.
La
única mención literaria a dicho puente es la que hace el historiador R. P. D. Julio de Prado Reyero, en su libro: Un viaje Histórico por el
Alto Esla donde dice: “en 1900 el ayuntamiento pide una subvención a la
diputación para el puente de 5.000 pesetas por los grandes desperfectos de las
últimas avenidas”. Don Antonio de
Valbuena en su conferencia sobre el río Esla en 1898 solo cita al puente de
Mercadillo situado dos kilómetros aguas abajo del que nos ocupa. El
calificativo “viejo” que se aplica a esta obra ya en el siglo XIX, nos obliga a
preguntarnos en relación a qué otro puente se le compara. Unos 200 metros. aguas
arriba está el puente del ferrocarril construido en 1898, el otro sería el de
Mercadillo existente ya en la plena Edad Media. Descontando el puente más
moderno del ferrocarril, la comparación sólo puede ir dirigida al de Mercadillo
y éste es un puente milenario. Una consideración sugerente, si pensamos en lo
complicado y gravoso de llevar a cabo estas infraestructuras, es la de pensar
en el por qué de la existencia de dos puentes a tan poca distancia; con uno
solo, hubiese sido suficiente para las necesidades de la comarca. Algunos
documentos que ahora manejamos pertenecientes al concejo de la villa de
Cistierna, demuestran que este era un puente que seguía en activo a finales del
S. XIX y principios del XX. En el marzo de 1900 el concejo se dirigía a la excelentísima Diputación de León, en este
tenor: “Los que suscriben todos vecinos
de esta Villa de Cistierna, municipio de su mismo nombre y con sus respectivas
cédulas personales que escribimos ante el Señor Alcalde constitucional, por
cuyo conducto recurrimos a Vuestra Excelencia, con el mayor respeto. Exponemos:
que en el deshielo, extraordinaria avenida de mediados de Febrero último, el
río Esla nos ha llevado cinco octavas partes del puente denominado Puente
Viejo de Cistierna, concluido con madera de roble el paso, con cinco secciones
de paso, sobre pilares o cepas de piedra de los que faltan ya dos, y arruinados
los estribos de uno y otro lado. Este pueblo que hasta la fecha con muy
gravosas prestaciones personales había podido sostener dicho puente, aunque de
modo muy imperfecto, en adelante ya no puede por si solo y necesariamente se
arruina; por que el río le ha dejado aislado del principal monte en pastos y
maderas, y de una considerable extensión de tierra de cultivo. Necesitamos
también el auxilio de los pueblos y aún de los ayuntamientos confinantes, pues
a todos más o menos interesa y sobre todo del que le puede prestar esa alta
corporación, siempre atenta al protectorado de la providencia, usando de
mayores fondos y personal competente”. (Libro del Concejo de la villa de Cistierna a.1900)
El
documento es muy interesante pues nos ayuda sobremanera a reconstruir cómo fue
este puente. Perdidos los arcos, de los cuales no se
observa ni el arranque, mantenía una estructura reducida únicamente a tres
pilastras, entre las cuales se tendían ripiones y zancas de madera para
permitir el paso. El puente en origen si nos ceñimos a este documento parece que tenía cinco pilastras, en 1900 según documento fotográfico resistían tres y un
estribo de piedra en la margen izquierda aunque bastante arruinado. Actualmente sólo quedan en pie dos
pilastras, otra permanece derribada próxima a la margen derecha, los estribos han desaparecido.
Las
pilastras, presentan al exterior sillería de piedra calar de vetas rosáceas en los tajamares y sillarejo para el resto; el
interior, está compuesto por un hormigón hecho a base de cantos rodados del
tamaño de un puño y otros más grandes de piedra calar y forma irregular
ligados con mortero de cal, dispuesto en tongadas de un metro, más o menos. La
cantera de la cual se extrajo la piedra no debe de estar muy lejos del puente.
En el pago de Redimora, a un kilómetro aguas arriba, este tipo de piedra
rosácea aflora en la base Oeste del Macizo de Peñacorada. La pilastra más cercana a la
margen derecha se derrumbó en los años 30; sus sillares labrados fueron
saqueados durante los estiajes, dejando a la vista el hormigón gigante del
interior, compuesto de cantos rodados trabados con cal y arena; si existieron las otras dos pilastras han desaparecido por completo. Tal
desaparición solo puede achacarse a la facilidad durante el estiaje para acceder a ellas, lo que
permitía el saqueo de los sillares externos como material de construcción para la corte de ganado de la margen derecha. La
distancia entre las pilastras, si extrapolamos la medida que obtenemos entre
las dos que se mantienen en pie, es de seis metros y medio. En la parte
superior el tablero de la calzada era de unos 4 m. de ancho.
Las hacenderas y la robla consiguiente por cortar la madera y bajarla
desde el monte concejil de La Corona,
también se mencionan en otros papeles referentes al puente. En el documento se
acredita cómo las grandes crecidas del Esla deshacían los precarios reparos de
madera que el concejo periódicamente tenía que reponer con grandes
esfuerzos económicos y se constata la importancia e interés por mantenerlo no
sólo por beneficiar a Cistierna sino a otros muchos pueblos del contorno.
Doña Conchita Diez Canseco, hija de D. Columbiano
Diez Rozas, presidente de la junta vecinal de Cistierna en los primeros años de
la República, contaba cómo su padre fue testigo de la gran crecida que lo
destruyó en la gran avenida ocurrida a finales de un lluvioso otoño durante el
primer lustro del siglo pasado. Don Columbiano, junto a otras personas que guardaban
ovejas en los corrales situados en la margen derecha del río, observaron
que las aguas comenzaban a pasar por encima del puente; solo tuvieron tiempo
para cruzarlo a toda carrera. Cuando esto ocurría, las zancas, ripiones, y demás entablamentos de las
pasarelas había que ir a buscarlos y traerlos en carros de vacas desde
Villapadierna y Cubillas. En los años veinte el Ferrocarril de la Robla deseaba
construir casas baratas para sus trabajadores en la margen derecha del río;
para tal fin solicitó los terrenos al municipio; la condición del concejo para
acceder a la cesión, fue que reconstruyeran el Puente Viejo de piedra que se
encontraba en total ruina porque era de gran conveniencia y utilidad pública;
tal acuerdo no se produjo nunca. Actualmente
estos notables restos creo no tienen ningún tipo de protección ni figuran en
ningún catálogo de puentes. Sería deseable que el Ayuntamiento de Cistierna
promoviese o iniciase algún tipo de protección al tiempo en que se desarrolla
el proyecto de aguas “Muy poco Bravas” y
dedicase alguna partida del mismo para consolidar la ruina de las dos pilastras
que se mantienen en pie como testigos del pasado más remoto de la villa. Auguramos en años venideros si Dios no lo remedia el desplome de las dos pilas que aún resisten.
Pilastras del Puente Viejo de Cistierna. con tajamares aquillados aguas arriba y abajo.(Foto: Siro Sanz)
Puente Viejo de Cistierna a principios del s. XX. Esta fotografía es un documento extraordinario que confirma la documentación aportada. Perdidos los arcos, de los cuales no se observa ni el arranque, mantenía una estructura reducida únicamente a tres pilastras, entre las cuales se tendían ripiones y zancas de madera para permitir el paso a la márgen derecha del Esla. Al fondo se distingue el puente del ferrocarril. (Foto: Guía de turismo de la Diputación de León)
- Vista aguas arriba de las pilastras del Puente Viejo. Próxima a la margen derecha aparece una tercera pilastra a merced de las aguas. (Foto Siro Sanz)
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