Calzada de Fuentes de Peñacorada documentada en 1181
Con ocasión del
aniversario de la primera edición de “Roma contra cántabros y astures”, nos
asomamos a la ventana que nos abre Leonoticias para celebrar los 44 años de esa
publicación del P. Eutimio Martino; magna obra que ya va por la cuarta edición.
De este libro comentó el profesor W. Shmithenner, uno de los mayores
especialistas del s. XX en la figura y época de Augusto: “Su libro de 1981,
Roma contra cántabros y astures lo tengo todavía en mi mente con o un recuerdo
de afecto y admiración. Me parece de lo mejor que se ha escrito de las guerras
hispanas de Augusto…, siempre he creído que esa investigación había que
encomendarla a investigadores hispanos y muy concretamente a los que habitan en
el Noroeste peninsular”1. Pasados 20 años de aquella
primera edición, Martino emprendió la tarea de la confirmación gráfica de
aquellas tesis a base de la presentación de testimonios materiales en su aval,
en particular los caminos tendidos para el desarrollo de las campañas romanas.
El genio práctico romano sabía que por donde iba la calzada, avanzaba el
imperio. En ese empeño un servidor acompañaría al P. Martino durante más de 30
años, colaborando en los 9 libros de la serie: “La huella de las legiones”. La
observación in situ, es la que nos dio a conocer la conexión de las
calzadas con los castros que hubieron de conquistar los romanos, también con
sus propios castella y campamentos de marcha. El sentido común, instaba
al abandono de las tesis de Vitrubio que describe la construcción de esos
caminos por la superposición de varias capas de materiales. La pregunta que
siempre nos hacíamos era: ¿en todo momento y en todo terreno, inclusive en la
roca se han de requerir las múltiples capas de Vitrubio? Muchos opinan que se
requiere siempre excavación al momento de pronunciar el tema de lo romano, sin
advertir que muchos de estos caminos nunca han estado enterrados, al contrario,
activos hasta el s. XX, sin recibir sedimentación alguna, si acaso habían
perdido la superficie de materiales menudos que favorecían el deslizamiento de
carros y paso de caballerías, quedando en muchos de ellos un esqueleto de rocas
desnudas. El esquema de Vitrubio, es válido para reconocer la realidad a la que
él se refiere: pavimentos urbanos de basílicas y otros edificios públicos. En
consecuencia, cuando nos adentrábamos en la montaña en busca de las calzadas
romanas, había que olvidarse un poco a Vitrubio y de excavar; aquí se excava
poco o nada, son los topos y jabalíes los únicos arqueólogos que a veces nos
ayudan escarbando y hozando en lugares que investigamos. Nos tocaba reconocer e
inventariar. En esa labor nos admiraba la perfección y envergadura de unos caminos
muchas veces tallados en la roca, superiores a toda capacidad de los naturales
en lo humano, técnica y economía. Incluso inadecuados para las actividades
típicas de los montañeses como es la ganadería. El pastoreo de ganado mayor y
menor ni requiere ni agradece un piso que es propio de animales ferrados,
portadores de carga. Caminos construidos a veces inmediatos a las corrientes de
los ríos, absurdos para los naturales que conocían sus frecuentes avenidas, no
para el romano que desconocía la cuenca y entraba en buen tiempo para hacer la
guerra. Nos encontramos un sistema de caminos que surcaba la cordillera tanto
transversal como longitudinalmente. En sentido longitudinal siguiendo el curso
de los ríos, para el avance, y en sentido transversal para el ojeo. Las
calzadas del Esla y Cea, para el avance, las intermedias para el despliegue de
la guerrilla. La del Esla se documenta en el s. X como carraria antiqua
en Aleje, y en los mismos términos y la misma época la de Corniero, transversal
al Esla. Por la del Esla circularon los árabes contra la Peña de Pelayo (Picos
de Europa) a la vez que dejaban destruidas las iglesias que figuran luego en
sus cimientos el año 874. Lo mismo que hicieron los árabes con las iglesias lo
llevan a cabo hoy día las máquinas con las calzadas. En pocas horas se consume
la obra que había durado milenios para construir pistas terreras. Ahora nos
toca inventariar lo destruido, como todo el país, averiado y sin rumbo por la
mafia que nos gobierna
NOTAS:
1) Prof. Dr.
Walter Shmithenner. ALBERT-LUDWIGS UNIVERSITAT SEMINAR FÜR ALTE GESCHICHTE FREIBURG.
Viernes-5-8-1988. Cartas.

No hay comentarios:
Publicar un comentario