Las
fraguas al igual que los molinos y batanes son el testimonio de un mundo
preindustrial y nos muestran la inteligencia y laboriosidad de nuestros
antepasados que sin subvenciones ni ayuda de organismo alguno fueron capaces de
vivir en una tierra de climatología durísima. Mujeres y hombres sin miedo a las
calamidades, dueños de su destino y de los recursos que la tierra les ofrecía.
Empezamos distinguiendo los términos ferrería y fragua. Las ferrerías al igual que los batanes acompañaban y se construían
en la cercanía de molinos importantes y aprovechaban su infraestructura. El
martillo o mazo era uno de los artilugios más importantes en estos edificios. Como en los
pisones o batanes, una rueda hidráulica vertical movía el mazo que golpeaba
sobre un yunque de hierro sujeto a un gran bloque de madera semienterrado en el suelo.
En estas ferrerías mayores, se separaba el
hierro de las escorias mezcladas a la masa. Mediante el mazo se compactaba la
masa de hierro, y se estiraba en barras de diferente grosor. Existían también
ferrerías menores o fraguas, ostentaban un martillo más pequeño, una rueda hidráulica de pequeño tamaño era el sistema utilizado para mover los fuelles y el martillo.
En Valdoré y la Velilla durante el siglo
X en la compra de bienes inmuebles
aparecen pagos estipulados en “masas de
hierro”, más o menos gruesas, también algunas donaciones a monasterios se
hacen en “ferramenta” lo que denota la existencia de alguna ferrería y
fragua local que elaboraba esas masas de hierro y herramientas que se nombran
en los documentos.
En nuestra región, las fraguas se citan
a veces asociadas a molinos, así aparecen molinos con el nombre de “molino de
la fragua ó del herrero” como por ejemplo en Horcadas y Prioro 1755, aunque la mayor parte de los molinos carecían de esta importante infraestructura hidráulica.
En una economía de pura subsistencia,
los instrumentos de hierro que se dedicaban para el laboreo de las fincas:
rejas de arado, azadones, horcas, palas, guadañas, hoces, picos, ruedas eran fabricados
in situ y después, compuestos una y mil veces intentando alargar su vida útil.
Los callos de las vacas y herraduras de los équidos constituían un apartado especialísimo
del trabajo de estos herreros montañeses. La mayor parte de nuestros caminos,
sobre todo los que vertebraban las comunicaciones por fondo de valle y que
discurrían junto a los dos grandes ríos de la región Esla-Cea, eran caminos empedrados, en origen calzadas
romanas, inapropiados para animales no herrados, que evitaban el empedrado
para no hacerse daño en sus patas, desplazándose por mil y una veredas de
tierra junto al camino. Aún hoy en la comarca de Valdeón los naturales describen
los caminos empedrados como “caminos
para animales ferrados”. De este modo, todas las vacas dedicadas para el
trabajo en el campo: acarreo de la hierba, de la leña, arar y transportar el
abono a las fincas debían estar herradas, lo mismo que los bueyes que hasta los
años 50 del siglo que pasó utilizaban los montañeses en especial los
Sajambriegos para bajar a Campos en sus estacionales carreterías. La
fabricación de ruedas con yanta de hierro era otra de las actividades
realizadas por el herrero, una vez que los carros chillones con ruedas de
madera fueron sustituyéndose en la primera mitad del siglo XX por los de eje y
yanta de hierro. Las fraguas y ferrerías utilizaban el carbón de vegetal o el de piedra. Esteban Corral el gran empresario minero de Cistierna, se inicio en el negocio del carbón cuando en su infancia junto a su padre bajaba carbón a Castilla, en la carretería tradicional montañesa. En el bosque de Valsemana (La Ercina ) se documenta el trabajo de carboneros salmantinos durante
el siglo XIX y principios del XX cuando era propiedad del farmacéutico de Cistierna Don Tiburcio Vallinas, parte de esa producción iba dirigida a las
fraguas montañesas. En tiempos pasado a veces era el mismo herrero y sus familiares los que
fabricaban el carbón necesario para la fragua. La explotación
de las minas de carbón en la cuenca minera de Sabero, Prado, Valderrueda liberó a los herreros del duro trabajo de fabricación de carbón propio.
La propiedad de las fraguas no siempre
era privada, se da el caso de la existencia de fraguas concejiles (Taranilla,
Cegoñal) cuya explotación era
arrendada a un herrero ambulante o en otros casos utilizada por el común del
concejo que la usaban para arreglar las herramientas de labranza de los
vecinos. Al herrero se le pagaba en metálico o en especie y a veces incluso con
horas de trabajo en sus fincas si es que las tenía.
En el Siglo XVIII se documentan fraguas
en Valmartino, Robledo de la Guzpeña , Fuentes de
Peñacorada, Horcadas, Burón, Prioro, Soto de Valderrueda, Cegoñal, Taranilla; muchas de ellas perduraron hasta bien entrado el siglo
XX, la de Carande y Boca de Huergano son posteriores.
En el XIX destaca el complejo de la Ferrería de Sabero uno de los primeros impulsos industriales de la comarca al
que seguiría a principios del XX, año 1905 una industria de fundición y forja denominada
“Fundiciones del Esla” en Sorriba (Municipio de Cistierna) instalada en las inmediaciones del molino del Ribero. Esta empresa se constituía como una sociedad anónima para la fundición de hierros colados y bronces con un capital social de 11000 pesetas y sus socios fundadores fueron: Don Lucio Valladares Sierra con domicilio en Cifuentes de Rueda, Don Primitivo Peñacorada Martinez con domicilio en Sorriba y Don Ezequiel Fernández González vecino de Vidanes, este último sería el director gerente de dicha sociedad y los dos primeros formarían el consejo de administración. (Datos extraídos del Archivo Provincial de León-Notarios de León)
A principios del XX existía en las instalaciones del Molino del Ribero de Sorriba (Municipio de Cistierna) una industria de fundición y forja denominada “Fundiciones del Esla” (Foto: Carlos Ferreras García)
Cárcavo del Molino del Ribero en el Municipio de Cistierna. (Foto Carlos Ferreras García)
Molino de Solores (Cistierna). Uno de los más antiguos de la comarca al igual que el anterior han devenido en ruina total. Aquí existió también un batan. (Foto Carlos Ferreras García)
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